Visto que siguen las instrucciones de sus tutores provinciales y sus alcaldes o concejales presentan mociones en los ayuntamientos para suprimir la campaña electoral en algunos pueblos y ciudades de la Vega Baja, o directamente hacen el anuncio de lo que harán desde su partido en la localidad, creo que debemos comunicarles que no vamos a caer en la trampa.

Han leído bien, es una trampa, y supongo que esperarían que alguien se lo dijera. Proponer acordar que se prohíba la colocación de propaganda electoral, tal como carteles, pancartas o banderolas envuelto de un llamamiento a la muestra ejemplar de ahorro en esta campaña es una trampa en la que los partidos que creemos en la democracia no podemos caer.

Nos podemos poner de acuerdo aquí en reducir los costes de las elecciones del próximo 26 de junio. Tanto en los que van a cargo de las arcas de administración pública como los que corren por cuenta de los partidos y aunque ya fuera imposible el pacto en Madrid, que es el lugar donde tratar este asunto y no el Pleno. Pero no vamos a renunciar directamente a la campaña electoral en los pueblos y ciudades de la Vega Baja. Básicamente porque conocer a los candidatos, los partidos políticos, sus propuestas y mensajes es un derecho de nuestros vecinos. Dicho de otra manera, que diría Mariano Rajoy, porque lo que proponen puede sonar muy bien pero en realidad es un recorte a, y por consiguiente un ataque a, la democracia.

Y también porque no nos creemos que la austeridad sea una convicción del Partido Popular, porque no hace tanto de las grandiosas campañas electorales que realizaban y cuya financiación ahora investiga la Justicia. Sino que se trata de una estrategia que pretende impedir que a las calles lleguen los carteles y las pancartas, evitar el ambiente electoral y alejar a nuestros vecinos de las urnas, culminando con la premisa de que su votante es fiel y así ganarán las elecciones.

Además, apagar la campaña electoral encaja a la perfección con el carácter perezoso de su candidato, no muy dispuesto a levantarse después de más de cuatro años en el cómodo sofá de La Moncloa, por ejemplo, porque «a nadie le apetecen los debates, requiere un gran esfuerzo y no es algo cómodo». Más todavía si su gestión pasada y futura es mejor esconder. Y por qué van a querer ir a la campaña electoral viendo donde están sin haber, ni siquiera, intentado el diálogo, el pacto y por consiguiente la formación de gobierno me dirán. Pues eso.

Los socialistas ya anunciamos que recortábamos el gasto en nuestra campaña electoral en un 30% respecto a 2015 y un 50 % respecto a 2011. 3 millones de euros más otro millón reduciendo el coste del mailing. Y no habrá banderolas, vallas o publicidad del PSOE en mupis y autobuses, por ejemplo. Les quiero decir con esto que, con acuerdo o sin él, entre las direcciones de los principales partidos o en nuestros ayuntamientos, los socialistas ya hemos cogido la tijera y damos ejemplo de ahorro en los costes de la campaña de las elecciones del próximo 26 de junio a la vez que ya lo hacíamos en transparencia.

Su propuesta de acuerdo municipal para el ahorro en la campaña electoral es una trampa. Y si lo que pretenden es poner al PSOE en la tesitura de elegir entre lo que creemos que la gente quiere oír o decir lo que pensamos, les decimos abiertamente lo que pensamos y ahí tienen los hechos para seguir nuestro ejemplo. Porque lo primero es la mediocridad de la demagogia y lo segundo la valentía de defender lo que uno cree. Porque vamos a defender el derecho de nuestros vecinos, vamos a defender la democracia. Porque no somos iguales.