No recuerdo haberlo escrito, aunque llevo muchos años manifestándolo. Lo triste y desgraciado es tener que repetirlo. Torrevieja se recuperó del terremoto arrasador de 1829. La babeante, complaciente y rancia cultura oficialista local, la reflejada en el semanario municipal Vista Alegre (V.A), lleva camino de convertirse en eterna, como la miseria, causando más estragos que aquel estropicio.

Aunque pueda parecer poco ético que desde un medio informativo se cuestione a otro, en este caso no es así. El sacar a la calle semanalmente V.A. nos cuesta, a quienes pagan sus impuestos aquí, un ojo de la cara, por no utilizar la burda expresión merecedora de este caso.

Pronto se cumplirá un año de mandato del pentapartido, compuesto mayoritariamente por partidos de izquierda, y el V.A., por increíble que parezca, ha cambiado para peor. Los escasos lectores de este medio local, que todavía conservan un ápice de criterio, son unánimes a la hora de valorar la ¿nueva? imagen.

«En V. A -afirman- hemos notado un par de cambios, las fotografías y, lo que es peor, la desidia en los contenidos, pues sin rubor alguno editan, a veces, noticias o comunicados con tres semanas de retraso». En las fotos siguen saliendo los mismos. Antes veíamos a quienes mandaban, ahora vemos caras de los que mandan en similar o mayor cuantía. Se intenta enmascarar un cambio con portadas que no siempre son para los políticos.

El ránking de las imágenes no lo encabeza el alcalde José Manuel Dolón, quien cuenta con muchas apariciones. Es Alejandro Blanco, responsable del actual bodrio como edil de Cultura. También se prodigan Pablo Samper y Fanny Serrano. Por ello, al margen de los contenidos de V. A., salvo honrosas excepciones, los lectores lo primero que buscan al abrirlo son «las varás», es decir las esquelas y la foto de época. Debe de estar al caer el sesenta aniversario de la salida a la calle del primer ejemplar de V.A., cuyas vicisitudes y milagros a lo largo de tanto tiempo plasmé el verano pasado en una de estas columnas. La tirada del semanario editado, en lujoso y grueso papel satinado, que de tanto brillo cuesta leerlo, ronda los mil ejemplares de los cuales unos trecientos se envían a los torrevejenses ausentes.

El presupuesto anual de este medio de comunicación municipal supera los 100.000 euros y sus lectores (repito) ni aumentan ni disminuyen: simplemente se mueren. Sus descendientes siguen comprándolo o recibiéndolo gratuitamente. Adquirirlo son pocas las personas que lo hacen. Sobran demasiados...

Diez mil habitantes tenía Torrevieja en 1955. En torno a los cien mil tiene ahora. Los vecinos se merecen, puesto que su Ayuntamiento paga, que la inversión se traduzca en un producto, al menos, decente.

En eso radicaba una de las tareas del «penta», no se trataba de entrar como un elefante en una cacharrería, pero tampoco de cruzarse de brazos.

Tal ha sido la dejadez o el desacierto municipal en este tema que no ha sido nada complicado para el director de V.A. Francisco Reyes Prieto acomodarse a la llegada de pentapartido al gobierno municipal y a la gestión de todo lo público. Se ha limitado a hacer lo mismo de siempre pero con más retoque de bombo si cabe. Torrevieja no es solo el pentapartido. Por defender lo público sigo esperando después de cerca de 60 años y -con la alegre tristeza del olivo - como dejó dicho Miguel Hernández, un cambio de rumbo para V.A. No quiero verlo desaparecer. Por ello opiné, en su día, contra la iniciativa de liquidarlo.

Me pregunto si tan difícil es trabajar para abrir a todos lo que es de todos y convertir en útil algo que solo los años lo ha convertido en un entrañable sin sentido. En una inutilidad vocera. ¡Qué estafa!.