Los elevados precios del limón, «las jugosas» ayudas a infraestructuras de modernización y la falta de regulación, entre otros factores, «han disparado» las transformaciones de suelo en regadío, en opinión de Amigos de Sierra Escalona (ASE). La maquinaria pesada está «desmontando de nuevo nuestros campos», aseguran; y secanos, pinares, matorrales y cerros «caen bajo las cadenas de las grandes excavadoras movidas por «el mismo ansia de especulación que subyacía antes de la crisis del ladrillo». Para los ecologistas «de nuevo, particulares, empresas, bancos y administraciones públicas favorecen otra aventura que sin duda traerá más miseria que bienestar».

Este colectivo compara este proceso con «la burbuja inmobiliaria, que fue uno de los principales detonantes de nuestra profunda crisis económica» en la que «particulares, empresas, bancos, administraciones públicas... contribuyeron a fomentar la especulación basada en una espiral de valor añadido del suelo y la vivienda». A su juicio, al albur de la especulación urbanística, se destruyeron «valiosos paisajes, condenamos a pueblos enteros a la masificación, construimos aeropuertos y autovías innecesarios» y «nos endeudamos hasta la cejas, nosotros, nuestros hijo y nuestros nietos». ASE se pregunta si se ha aprendido algo de esa experiencia y explica que «mientras esperamos la recuperación económica volvemos a especular y una nueva burbuja se cierne sobre nuestros paisajes».

La maquinaria vuelve a activarse, «pero no se trata del ladrillo sino de los regadíos». Todo, subrayan sin «la más mínima planificación y regulación a pesar de que debíamos ser doctos en burbujas». ASE dice además que en este proceso «falta mucha coherencia. Nos pasamos el día llorando por la falta de agua y la insolidaridad de otras regiones mientras notros la gastamos a destajo en nuevos regadíos. Más grave aún si consideramos que el cambio climático nos conduce a un escenario de mayores temperaturas y menores precipitaciones»

Los «últimos paisajes rurales no intensificados» como Sierra Escalona «corren el riesgo de desaparecer bajo la presión del regadío. No deberíamos dejar que la burbuja del regadío vuelva a hipotecar nuestro futuro», señalan.