Laura Fabregat (Orihuela, 1955) lleva toda una vida dedicada a la enseñanza. Desde hace más de 10 años trabaja en el Colegio Virgen de la Puerta de Orihuela. El próximo jueves 12 de mayo, a las 20 horas presenta en el Casino de Orihuela su primer libro sobre la inteligencia emocional, en el que se reflejan sus muchos años de experiencia en las aulas con los niños de Infantil. Un libro destinado a los padres, pues es en las casas donde más trabajo queda por hacer, asegura.

¿Por qué es importante educar a los niños en la inteligencia emocional?

La inteligencia cognitiva tiene que ir acompañada de una inteligencia emocional equilibrada. De nada sirve que sean buenos profesionales si no aprenden a controlar, expresar y gestionar las emociones. Partimos de un sistema educativo global, que recoge solo aquellos aspectos que crean gente productiva, por eso cada vez se da menos importancia a las Humanidades, y eso es fatal, porque crea gente borrega, que no piensa por sí misma.

Por tanto, ¿no hay espacio en el sistema educativo para trabajar esta inteligencia emocional?

Que el sistema educativo es nefasto no es un secreto. Se van añadiendo parches, que son cada vez peores todavía. Necesitamos una reforma integral donde se intenten potenciar las inteligencias múltiples. No tenemos que mirar que los niños sean productivos, sino que sean felices, y lo mismo da si lo que nos da es un buen pescatero, carpintero o ingeniero.

Este tipo de educación debe empezar por abajo, desde temprana edad...

Incluso en el embarazo. Desde ahí el feto capta las hormonas que se desprenden. El niño ya nace con experiencias. Lo que hace al llegar al mundo es recordar, pero ya ha experimentado emociones de tristeza, alegría... Lo que ocurre en los tres primeros años es fundamental. Hay que enseñarles a verbalizar aquello que sienten, para obrar en consecuencia y que eso no se canalice en, por ejemplo, violencia. De ahí que este libro esté dirigido principalmente a los padres.

¿Están los profesores concienciados en esta materia?

Sí. Cada vez más profesores se están reciclando en materia de inteligencia emocional. Todos la trabajamos incluso sin saberlo. El problema es que está fuera del currículo y se le puede dedicar, como mucho, una hora a la semana, siempre por cuenta y riesgo del profesor. Nosotros sabemos qué problemas tiene un niño de tres años por su forma de verbalizar. Los niños son transparentes, y podemos intentar trabajar con ellos.

¿Y los padres?¿La gran labor pedagógica está, entonces, en casa?

Sí. El problema es que nunca nos ha importado, nadie nos ha enseñado así. El niño necesita un refuerzo emocional. Nos encontramos a alumnos que reclaman atención, aunque sea negativamente, reclaman a gritos que les hagan caso. Hay que aprender a detectarlo y a gestionarlo de forma correcta.