Diez años de Orihuela resumidos en 254 páginas y 26 capítulos. Impreso en Onda Gráfica. 500 ejemplares.

¿Por qué la Transición?

Es un periodo del que nunca se ha escrito. Mucho se ha hablado de la Ley de la Memoria Histórica, de lo que pasó y supuso la Guerra Civil, de la Postguerra, pero nunca de la Transición. Un amigo me retó a escribir y acepté, aunque reconozco que estuve a punto de tirar la toalla muchas veces, pero prometí a una amiga que lo acabaría y ahí está. Espero que guste, por lo menos me han dicho que ha despertado interés. Hay amigos que ya lo han leído y me dicen que es ameno, que está bien estructurado y documentado.

¿Y tuvo algo de especial en Orihuela?

En contra de lo que sucedió en el resto del país, bajo mi punto de vista no se hizo y si se hizo fue muy descafeinada, ya que tras la muerte de Franco continuó el mismo gobierno municipal, con Pedro Cartagena a la cabeza, por lo que poco, o nada, se notó el cambio. De echo, el Ayuntamiento, cuando se conoció la muerte de Franco, celebró un pleno extraordinario en el se acordó expresar las condolencias a la viuda, Carmen Polo, se pronunciaron a favor de Juan Carlos I y mostraron su adhesión a los principios generales del movimiento, lo que viene a confirmar que poco o nada cambió.

¿Cuál fue el personaje más importante de esos años?

Habría que citar a tres: Pedro Cartagena, Francisco García Ortuño y Antonio Lozano. El primero porque fue el último alcalde franquista y el primero de la Democracia, además de una parte muy importante a la hora de dar y transmitir una cierta tranquilidad a la sociedad local. El segundo fue un egocéntrico, tuvo una forma muy sui generis de gobernar el Ayuntamiento, al que llevó a la bancarrota. Dimitió y luego retiró su dimisión tras una manifestación ciudadana organizada por él y superó, aunque con tres votos en contra de su bancada, una moción de censura, pese a que posteriormente dimitiría en favor de Antonio Lozano, el primer alcalde socialista, algo impensable en Orihuela. Era inimaginable, igualmente, que en el Palacio del Marqués de Arneva hubiera representantes del Partido Comunista pero tras las municipales, consiguió dos concejales, Diego Peñas y Alfredo Santos.

¿Qué ha aprendido?

Que lo que sucedió en aquella época es muy difícil y complicado que pueda darse hoy. Tanto García Ortuño como, posteriormente, Lozano Espinosa dieron responsabilidad de gobierno a concejales de la oposición, como Juan Bellod, de CD-AP, que fue responsable de Urbanismo, o Diego Peñas, del PCE, de lo que hoy sería Servicios Sociales, por citar algún ejemplo. Algo que me ha llamado la atención es la educación democrática que había en alguna de las formaciones que concurrieron a las municipales de 1979, por ejemplo el acuerdo tácito entre los integrantes de la candidatura comunista que decidieron rotar en los cuatro años; así Alfredo Santos dejó su acta a José Martínez Carmona, uno de los históricos, éste a un militante de Pilar de la Horadada y a su vez, a un joven activista. Eso es impensable actualmente.

¿Quién fue el mejor alcalde?

Hubo tres: Cartagena Bueno, García Ortuño y Lozano Espinosa. El que mayor y tal vez mejor gestión hizo en pro de la ciudad, pese a que sabía que no iba a continuar, fue Cartagena. A él, en sus últimos años se le deben reconocer la consecución de colegios como en Villar Palasí, el inicio de los trámites para conseguir el Polígono Industrial Puente Alto, la compra de lo que hoy es la Casa Museo de Miguel Hernández, la instauración del Premio de Poesía o la compra del Palacio de Teodomiro, donde inicialmente se instaló la Biblioteca Pública Fernando de Loazes. Los otros dos se limitaron a recoger los frutos de su gestión, como reconoció en más de una ocasión García Ortuño.

¿Cuál ha sido el hecho histórico más interesante?

La guerra por la segregación de Pilar de la Horadada, en la que se vivieron momentos muy tensos, o la lucha por conseguir agua para riego, la guerra con los agricultores franceses cuando estos retenían camiones, la autovía del Mediterráneo; o el deseo de los partidos políticos de Murcia de anexionarse la Vega Baja, lo que despertó el espíritu valenciano de una comarca alicantina. Hubo muchos momentos históricos.

El nivel político de Orihuela, ¿ha bajado o ha subido?

Ha bajado un poco. Hay que tener en cuenta que se venía de una dictadura y los políticos se habían formado, en la mayoría de los casos, en la clandestinidad y eso imprime carácter. Había concejales, como Ramón Navarro, Gerardo Maseres, Teresa García Ortuño, Luis Almarcha, Alfredo Santos o Diego Peñas, cuya dialéctica y retórica tenía un nivel muy alto. Orihuela contó con un concejal, José Martínez Carmona, que sufrió exilio en Francia y que regresó a España para organizar al PCE en la provincia, en Orihuela y la Vega. Ahora se mantiene lo que se ha dado en llamar «postureo», aunque eso no quiere decir que haya concejales que no tengan nivel. Antes se trabajaba más por y para el pueblo, ahora se hace más para cumplir con el programa electoral con el que se va a las elecciones.

¿Ve vestigios del tardofranquismo pendiente de desaparecer?

La sociedad oriolana es muy particular, no quiere problemas y está acomodada. Hay muchos asuntos por resolver, pero los árboles parece que no dejan ver el bosque. Se está anclado en las tradiciones y desde la administración local no ha hecho mucho para dar un paso al frente a todos los niveles, pese a que se consiguió la declaración de Gran Ciudad o Ciudad de Gran Población. Está por hacerse una especie de revolución industrial que traiga riqueza, lo que la ha llevado a perder, en muchos aspectos, la capitalidad de la comarca en favor de otras poblaciones que sí han sabido adaptarse a los tiempos.

¿Habrá segunda parte?

Es muy posible. Ahora estoy inmerso en un nuevo trabajo, una novela: «El último tren (3 de octubre)», sobre una relación de pareja con idas y venidas, pero sí, es muy posible que haya no sé si una segunda parte pero sí algo con respecto a la segunda legislatura democrática, que arrancó con un alcalde socialista, Vicente Escudero Esquer, y terminó con un regidor conservador, Luis Fernando Cartagena Travesedo, y que tuvo a Francisco García Ortuño como principal protagonista, ya que, con los votos de su partido, siete, puso al primero y le dio la alcaldía, por una moción de censura, al segundo.