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A Sotavento

Cuánta estafa

Cuánta estafa

«Quien tiene boca, se equivoca». Por ello el ego de mi olfato político lleva unos días arrastrándose por el suelo. A pies junticos estaba convencido de que los políticos de este país llegarían a un acuerdo para gobernar sin necesidad de volver a convocar otras elecciones.

Así lo plasmé en esta tribuna y, como es evidente, me he caído con todo el equipo, como se suele decir. Lo significativo del caso es que a ningún nivel he llegado a oir en los últimos cuatro meses ni una sola voz defendiendo la posibilidad de volver a las urnas.

Pero qué le vamos a hacer. Los políticos, por lo visto, han catalogado a los votantes como de «populacho» y «borregos» y, en cierto modo, tienen razón por lo que estamos tragando.

No temen quienes llevan la manija, tanto a nivel de los partidos como a otros poderes determinantes, que el electorado se le rebote y salga por los cerros de Úbeda.

Por ello Rajoy ha hecho de Don Tancredo, una vez más, esperando que las ovejas vuelvan al redil. El presidente en funciones cuenta en Torrevieja con un fiel imitador a quien rebauticé, hace años com0 Don Tancredo por su exasperante inmovilismo. Se trata del exalcalde, Eduardo Dolón, quien al frente del gobierno municipal no llegó a tomar una sola decisión durante su mandato.

A juzgar por los hechos, a la joven promesa de la política local, quien lleva tancredeando -disculpen el palabro- toda su vida en la cosa pública no le ha ido mal. En la actualidad, además de ser concejal en su pueblo está al frente del turismo de la provincia de Alicante.

Eduardo Dolón cuyas características políticas dan mucho de sí a la hora de glosar su figura, cuenta con el apoyo incondicional, no podría ser otra forma, de su compañero de partido y colla Luís María Pizana. Su actual mozo de espadas. Luisma, como le llaman, está muy impuesto en esto del toro pues, casi imberbe, ejerció de socio capitalista.

Fue cuando con un fervor desmesuradamente juvenil, cargó sobre sus hombros el voluminoso porte del exalcalde Pedro Ángel Hernández Mateo y lo introdujo naneando en el templo parroquial hasta dejarlo a los pies de la patrona «La Purisimíca», tras ganar una de sus muchas elecciones municipales. Tiene que ser «jodío» eso de que a uno le apliquen el refrán aquel de «por un perro que maté, mataperros me llamaron».

Pero volviendo al sufrido electorado, como parte integrante de este apaleado sustento vital de los políticos, descarto rotundamente optar por la abstención.

El problema consiste en que tal y como ha quedado el patio tras la elecciones fallutas, el PP potenciará esta vía. Como los tiempos han cambiado, lo hará sibilinamente porque no va a caer en los dislates de aquellos comicios locales celebrados en este lugar en época de Trinistas y Chapistas.

Cuentan que en uno de ellos, a las puertas de colegio electoral, amarraron un fiero toro con una cuerda dejándole que pudiera moverse unos veinte metros a la redonda donde solía ganar por abrumadora mayoría uno de los dos contendientes.

Tan solo veo una forma decente de afrontar las nuevas elecciones, de demostrar nuestro rechazo a su montaje: hacer oídos sordos, desentenderse de las liturgias cantadas por tenores huecos, rácanos y «aprovechaos» y votar en blanco. Cuánta estafa y desvergüenza.

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