«Nuestro país necesita el talento de los jóvenes con discapacidad para salir adelante, no se puede ser discriminatorio». Esta es una de las principales conclusiones del último informe de la Fundación Adecco y JYSK en el que se alerta de que el 63% de este colectivo en la Comunidad Valenciana se encuentra desempleado, un porcentaje muy superior al del resto de jóvenes, con el 46%.

El problema es de raíz: la carencia formativa se alza como una de las principales causas de desempleo: solo un 8,2% de los jóvenes con discapacidad cuenta con estudios universitarios algo determinante a la hora de poder acceder al mercado laboral, casi la mitad que el resto de jóvenes (17,2%).

La universidad también suspende en integración: los estudiantes con discapacidad representan tan solo el 1,3% del total del alumnado y cuatro de cada diez admite que prefiere estudiar desde casa para evitar las posibles barreras arquitectónicas y psicológicas en el entorno educativo. Mientras, alrededor de un 35% de los jovenes con discapacidad que estudian de forma presencial han encontrado trabas en su centro de estudios ya se en la falta de adaptaciones físicas o por la ausencia de personal que atienda sus necesidades específicas.

El menor nivel formativo de los jóvenes con discapacidad en la Comunidad Valenciana influye directamente en las cifras de empleo: un 63% se encuentra desempleado en la comunidad, porcentaje muy superior al 46% de todo el país.

Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, advierte de que «siguen existiendo barreras», que se basan en prejuicios y estereotipos asentados en el seno tanto de las compañías como de la sociedad. En muchas ocasiones, las empresas descartan personal que podría desempeñar empleos a la perfección porque entienden que esta situación no supone una ventaja competitiva para la empresa.

Sobreprotección

A ello hay que añadir elementos como la sobreprotección familiar que puede formar el acceso a la formación y al mercado laboral de los jóvenes con discapacidad. «Nosotros les recomendamos no incluir la discapacidad en el currículum ya que el grado de discapacidad no es un factor que determine las competencias de un candidato, al igual que el sexo o la fecha de nacimiento», explica Mesonero.

Cada vez más, los jóvenes con discapacidad cuentan con mayores trabas a la hora de encontrar trabajo, de ahí que nos encontremos ante una situación en la que 6 de cada 10 parados jóvenes con discapacidad es desempleado. Este paro estructural afecta más a las mujeres con discapacidad que a los hombres y así un 62% de las féminas lleva más de un año en paro frente al 51% de los varones.