La dirección provincial del Partido Popular (PP) confirmó ayer a INFORMACIÓN que se ha abierto expediente para la expulsión de Alejandro Sampere como afiliado, ya que es al mismo tiempo el portavoz socialista en el Ayuntamiento de San Fulgencio desde que comenzó este mandato, el pasado mes de junio. Todo un despropósito. La resolución parece más que fácil porque la doble militancia es una causa perfectamente tasada que justificaría una medida de este tiempo y nada hace pensar que el afectado ni siquiera se oponga a ella y más cuando aseguró al periódico que no se sentía afiliado del Partido Popular porque no pagaba cuota alguna.
El secretario comarcal de los socialistas de la Vega Baja, Manuel Pineda, en cambio, aseguró que tenía previsto hablar con él anoche para saber cómo era posible que tuviera esta doble condición. Iba a pedirle explicaciones. En cualquier caso, este es un problema muy curioso que se presenta en un municipio donde el PSOE está intentando sacar cabeza tras uno de los peores resultados de su historia que no es achacable al cambio de candidato y sí a la gestión de los que eran dirigentes locales.
Listas
Como publicó este diario el pasado domingo, Alejandro Sampere se afilió en 2011 al PP; concretamente, en marzo de ese año y cuando las listas electorales estaban cociéndose. Ahora bien, donde aparecía como aspirante era en el PSOE, concretamente, en el puesto número 11 y en una candidatura que encabezaba Trinidad Martínez. En declaraciones a este periódico, el portavoz socialista aseguró que todo fue un error y recordaba perfectamente aquellos hechos aunque él consideraba que para lo que había participado aquel día, en un bar del municipio, era para elegir cuál de los dos candidatos del PP era mejor. Algo que tampoco tendría mucho sentido. Otras fuentes socialistas insistieron en que hay muchas personas afiliadas al PP que ni lo saben porque no se exige prácticamente nada y se les ha dado de alta para «engordar las listas»; en cambio, los populares recordaban que no es tan fácil y rechazaron de plano estas acusaciones. En cualquier caso, lo curioso es que nadie haya descubierto en más de cinco años que el enemigo estaba en casa.
