Circulando a los mandos del descapotable se topa uno con la crudeza de los milagros urbanísticos de Torrevieja, fruto de la codicia y la desidia. El desplazarse pausadamente, por el extenso casco urbano local a bordo de estos vehículos a baterías permite percibir aspectos que desde un coche uno no ve.

Quienes por necesidad o comodidad utilizan estos «scooters» generalmente no les importa que el nuevo trazado surgido del incremento urbano sea un caos. Su atención se centra en salvar obstáculos para evitar caer rodando cuando, incluso en zonas remodeladas hace cuatro días, debe enfrentarse a un simple rebaje en la acera para facilitar la entrada a los garajes.

La ventaja de estos vehículos es el aparcamiento. Puedes entrar con él donde vas o dejarlo en la misma puerta. El jueves último en mi periplo mañanero, tras hacer un alto en la Playa de Los Locos, llegué al muelle. Entre el personal de la «colla» del pescado un desconocido me felicitó. Como todavía no estaban faenando andaban de «cachondeo» y a esta circunstancia atribuí la felicitación.

Seguí mi ruta hasta llegar al Mesón El Duende, donde generalmente tomo café al estar situado junto a la oficina de la delegación de INFORMACIÓN en Torrevieja. Abro este diario y caigo en la cuenta del significado de la felicitación del pescatero al ver la tira que dibuja cada día McFly y toparme con la bandera republicana que, poco a poco y tras zafarnos de cuatro décadas de Dictadura, todos los años por estas fechas ondea al viento bajo el sol abrileño.

Este año han proliferado, multiplicándose, los enarbolamientos de la tricolor en ventanas y balcones en edificios públicos de pueblos y ciudades de diversos puntos del país, poniendo de manifiesto que los valores de la II República permanecen en la memoria colectiva y siguen vivos ochenta y seis años después de su proclamación.

Los defienden personas que valoran la inteligencia, la libertad, la cultura y la justicia social, el espíritu regeneracionista, el europeísmo, el laicismo, la racionalidad y el progreso. Con estos conceptos acudiré a mediodía de hoy al Monumento al Hombre del Mar, convertido en punto de encuentro, para unirme a quienes rememorarán aquella oportunidad histórica de este país fulminada por la violencia, robada a punta de pistola y durante cuarenta años vilipendiada, denigrada y amordazada.

La II República puede parecer hoy una quimera, algo inalcanzable, pero no lo es el intentar vivir con sus ideales, seguir remando, hasta llegar a un puerto donde un día te saluden diciéndote: «Salud y República», en lugar de la frase «A por la III República». Existen personas en este pueblo con una larga trayectoria vital que han conservado sus ideales republicanos de forma silenciosa, discreta.

El otro día saludé a uno de ellos: Francisco Moya Montesinos. Este torrevejense, probablemente el más longevo de la ciudad -está próximo a cumplir los 105 años-, salvo problemas en la vista, conserva el resto de sus facultades. Hablé con él de varios temas. Fue el primero en Torrevieja en crear una escuela abierta para que las vecinas del pueblo aprendieran a leer. La educación y la más básica estaba limitada a los hombres. Resalto una de sus afirmaciones: «La guerra fue mala, pero luego llegaron 40 años de Dictadura con Franco...».