Javier Sobrino es un referente en la literatura infantil y juvenil, así como en el mundo educativo. Así lo atestiguan los numerosos premios recibidos a lo largo de los últimos años y su trayectoria desde hace ya 30 años en el comité de la revista de literatura infantil y juvenil Peonza. Ayer, inauguró el IX Salón del libro de Orihuela y las jornadas de animación lectora, donde trasladó su experiencia.

¿Qué ingredientes debe contener un buen libro infantil?

Hay muchos ingredientes, todo depende se que sea un libro de juegos, poético, de aventuras... Lo importante es crear un libro de calidad, con una buena historia que contar.

Muchos achacan a la literatura infantil y juvenil demasiada superficialidad e historias muy planas con respecto a la literatura para adultos. ¿Falta esa calidad?

Lo que ocurre es que muchas veces los libros van con los intereses educativos de las editoriales y perdemos de vista que las historias deben entretener. Por ejemplo, ahora que está de moda la educación emocional llega la editorial y saca una colección de 27 libros para trabajarla. Es imposible hacer 27 historias de calidad. No se pueden hacer libros como churros.

¿Cómo se incentiva entonces la lectura?

Con una política educativa y social que no cambie con cada gobierno y que no ponga por delante a la cultura cada vez que hay que hacer recortes. Necesitamos un plan de educación a muy largo plazo, no tener seis leyes de Educación en 30 años. La conciencia social también es importante. Hay que llevar a los niños a las bibliotecas, hacer que lean por placer, regalarles libros... Convertir la literatura en ocio.

Queda claro, por tanto, que no son suficientes las lecturas obligatorias del programa curricular escolar...

La lectura voluntaria se lleva mal con la obligatoria. Creo que los profesores nos equivocamos imponiendo los títulos que consideremos oportunos. Imagínate que vas al cine, a ver la película que yo quiero, y que cuando sales, hay que hacer un examen, una ficha de la película, con los actores, y explicar qué harías tú si fueras el protagonista de tal escena. El hábito de lectura se adquiere de forma voluntaria.

¿Cuál es la alternativa?

Potenciar las bibliotecas en los colegios y ciudades, haciéndolas atractivas comprometiéndose a alimentarlas continuamente de fondos para darles calidad y variedad, de forma que los alumnos tengan dónde elegir, reservando horas de lecturas en los colegios y apostar por ello.