«Comieron una comida eterna, sin principio ni fin». Una ironía del Buscón de Quevedo que expresaba, justamente, lo contrario de lo que decía. No comieron nada.

Quevedo era un genio de las figuras literarias, un autor barroco que vivía de las letras. Nunca fue director general de la Policía. No creo que quisiera serlo y, de haberlo querido, hubiese vendido aire embotellado en sinestesias.

En Torrevieja, pese a los esperanzadores cambios en la política local, se mantuvo en el sillón, al mismo director general de Policía que había nombrado Pedro Hernández Mateo -que como todo el mundo sabe fue Dios y acabó en prisión-, continuó más tarde con Eduardo Dolón -el alcalde que creía ver pistolas en las manos atadas de un Jesús crucificado- y contra todo pronóstico, también ahora con José Manuel Dolón.

Se podría argumentar que la capacidad de trabajo para la resolución de problemas de este director general es tan increíble que sobrepasa las ideologías políticas, como los grandes tecnócratas, pero estaríamos mintiendo. Y lo que pensábamos, se confirma: el director general es especialista en comidas eternas, sin principio ni fin.

Nos tuvo durante meses leyendo y estudiando, uno a uno, todos los artículos de un Reglamento de Policía que, ya acabado, lleva durmiendo cuatro meses el sueño de los justos, en algún cajón de la retórica barata. Ya estamos en abril y continuamos con los horarios sin aprobar para este año, alargando la agonía de los impuestos por una jefatura del revés con nula capacidad para el diálogo. Los compañeros enfermos que ganan los juicios para ser incorporados a una plaza de segunda actividad continúan en terreno de nadie, sin aprobarse siquiera un catálogo de destinos. La RPT es un dragón que se traga los barcos que cruzan Finisterre. Continúan los tratos de favor a unos cuantos privilegiados, mientras las justas y razonables reivindicaciones de la mayoría sigue siendo ignoradas, abocando a una policía de base digna, trabajadora y profesional al hastío y la desmotivación mientras observan cómo se reparten puestos a dedo, ignorando los principios de méritos, capacidad y antigüedad que rigen la función pública.

Los cambios reales no llegan. La comida eterna, sin principio ni fin, se está haciendo demasiado larga. Los mismos vagos y vividores continúan donde estaban, mientras los que sacan el servicio en la calle son mal vistos por llamar a las cosas por su nombre. La misma estructura de poder del revés, la misma incapacidad organizativa de un jefe de Policía con una carencia de empatía digna de estudio, la misma falta total de medios (?) Y mientras tanto, el mismo director general departe todas las mañanas con el alcalde sobre la situación de la Policía de Torrevieja. Aire sobre aire no deja de ser aire por mucho que se la vista de retórica vacía.

Este sindicato tendrá que seguir siendo fiel a sus principios, a su ética de defensa de la verdad, de la búsqueda de soluciones en beneficio de la mayoría. No nos cansaremos de luchar por lo que consideramos que vale la pena. Y si todo continúa como siempre, tendremos que adoptar las mismas medidas que en el pasado. El tiempo de la esperanza está llegando a su fin.