Desaparecieron del argot de Torrevieja infinidad de palabras al dejar el paso del tiempo en desuso los objetos que se utilizaban en la vida cotidiana de este pueblo. El significado de denominaciones como: «tierra glea», «safa», «orsa», «lama»,«cansela», «cosiol» o «sostre», entre otros, han quedado en el olvido. Para darlos a conocer se debería acudir a un museo. No interesa a las nuevas generaciones el conocimiento de los utensilios que hoy ya no existen ni tendrían utilidad alguna al no serviles para nada.

Contrariamente y en la actualidad hasta un «mañaco» nos soluciona en un periquete a los de la tercera edad cualquier problema surgido con los teléfonos móviles y los ordenadores.

Los que pertenecemos a la era mecánica aprendemos las nuevas tecnologías de la mano de la gente menuda. Uno de mis nietos, escolarizado en Primaria, me sacó de apuros a la hora de configurar una aplicación en el móvil. Cuando en unos minutos acabó la tarea me sentí muy ufano y le dije: «¡Qué nieto más listo tengo!».

«Y yo que abuelo más tonto», me respondió.

A pesar de intentar desenvolverme cotidianamente en este nuevo mundo, mis conocimientos tecnológicos son de andar por casa. Cuando uno no sabe sacarle todo el partido que tiene a un móvil o a un ordenador caes en la cuenta de estar perdiendo comba y, a veces, te dan ganas de decir aquello de «apaga y vámonos» porque pasas a depender de segundos y terceros.

A pesar de sus pros y de sus contras me apunto a todo lo nuevo. Por ello he recibido con alborozo la desaparición de los terminos del lenguaje que los políticos con mando en este pueblo han estado utilizando durante los últimos veintisiete años. Han bastado sólo unos meses para dejar de oir el sonsonete de los «antitorrevieja». Los que perdieron el Ayuntamiento han eliminado también de su vocabulario la frase «hoy es un día histórico para Torrevieja», pronunciada antes para anunciar un posible proyecto local.

Y luego hemos dejado de ser los primeros y los mejores de todos a todos los niveles. Ya nadie en este lugar realiza estrenos a nivel mundial de una habanera y hemos dejado de organizar grandes eventos con la grandilocuencia característica en estos pagos.

Todo tiene su lado bueno. Por ejemplo, la realidad torrevejense ya no es virtual, lo cual es un buen punto de partida para afrontar de cara los problemas existentes y los que puedan surgir.

Al hilo de lo expuesto se me ha ocurrido una idea con el fin de volver a acaparar la atención de tirios y troyanos : Se trataría de celebrar por primera vez un pleno municipal en el mar. La sesión plenaria se desarrollaría este verano en el velero Pascual Flores. Eso sí con todos los ediles vestidos de marinero, cada cual con los entorchados de su rango a bordo.

En la cubierta del barco la toldilla de popa sería ocupada por el alcalde José Manuel Dolón, ataviado de capitán con ropa corta y las piernas al aire. Fanny Serrano iría de contramaestre luciendo un «hato» de marinerita vestida de azules claros. Domingo Soler, cocinero. En meteorología, Gabriel Samper. Victor Fernández sería el grumete; y Eduardo Dolón, de vigía. El resto, de marineritos salados, con atuendos unisex.

Dolón rendiría cuentas a la antigua usanza de su primer año de navegación en la Alcaldía. Como aquel patrón que por bueno le llamaban el «Pan blanco». Repartía las ganancias de la travesía con una pistola a un lado y al otro una botella de brandy. «Lingotaso» y sueldo para los que trabajaron bien. A los «escaqueaos» lo mínimo. Nadie se atrevía a protestarle.