Es un acto religioso que históricamente está reservado sólo para los varones sólo para los varones y ayer se puso de manifiesto que son decenas de familias integradas por abuelos, padres e hijos los que siguen acudiendo con sus mejores galas para mantener viva la tradición. Callosa de Segura ha celebrado un año más la procesión del Comulgar de San Vicente, que ancla sus raíces en el siglo XVII y que sigue emulando el recorrido que el alcalde y el párroco de la localidad realizaban entonces desde San Martín Obispo hasta el sanatorio de las Hermanas Carmelitas para dar la Comunión a los enfermos.

El hecho de que en esta procesión sólo participen hombres es algo que está fuera de discusión en el municipio callosino dado que supone una de las principales señas de identidad de esta singular tradición. Las mujeres también acuden al acto religioso pero lo hacen al final de la comitiva, sin alumbrar, siendo los varones los protagonistas. Como cada año, ayer se pudo ver a un grupo de niños que acudió ataviado con el traje de monaguillo y agitando campanillas durante el recorrido. Con los años también algunas niñas se han integrado en el acto y participan vestidas de ángeles y acompañando al Santísimo que avanza bajo palio.

Otra de las peculiaridades de este desfile procesional en Callosa de Segura es que los integrantes masculinos de la corporación municipal, alcalde y algunos concejales, esperan la llegada de la comitiva en el que se ha convertido hoy en el colegio de las Carmelitas, algunos de ellos con una rodilla clavada en el suelo, y es desde ese punto donde se unen a la procesión. Era precisamente en ese lugar donde el clero ofrecía el Cuerpo de Cristo a los que estaban ingresados y al personal sanitario que así lo deseaba. Tras la celebración de un acto de culto frente a la capilla de los Franciscanos, la comitiva regresó después en procesión a la Arciprestal.