A falta de propuestas y de argumentos sólidos que ofrecer a la ciudadanía, anda el PP de Torrevieja como un pollo sin cabeza buscando en las redes sociales opiniones personales de rojos y de verdes a las que intentar sacar rédito político.

Los peperos se inventan "delitos" de opinión para meter ruido e intentar ocultar los delitos de corrupción de la organización criminal del PP valenciano, según definición de la propia policía judicial que investiga la trama de la financiación ilegal de este partido.

El PP torrevejense acaba de detectar un "delito" de opinión gravísimo en un comentario realizado por la concejal Carmen Morate en su facebook particular en el que se quejaba de forma simpática sobre el ruido que se montó a hora muy temprana con ocasión de la procesión del llamado domingo de Resurreción: "yo creo € que tol jaleo que arman un domingo por la mañana antes de las 8€ esto debe ser denunciable".

Desde el PP han creído encontrar un gran filón en torno a una simple opinión personal y recurren a lo de siempre: acusar a la edil de manchar el nombre de Torrevieja y de ofender a la religión católica. Tal cosa se atrevió a afirmar esa sierva del PP que es Mari Carmen Montesinos. Sí, la misma que fue candidata a la alcaldía y concejal portavoz del PSOE en el mandato 1995-1999 y que se vendió al PP en las elecciones de 1999 a cambió de que la nombraran asesora municipal a dedo, cosa que hizo Hernández Mateo durante tres mandatos(de 1999 a 2011) y Eduardo Dolón durante su alcaldía (2011-2015). Para esta señora, la corrupción del exalcalde que la compró no manchó el buen nombre de Torrevieja, ni tampoco mancharon el buen nombre de la ciudad todos aquellos que, como ella, pidieron el indulto para el condenado por corrupción. Lo único que consiguieron es lastimar la imagen de Torrevieja al vincularla a la corrupción.

El jefe del PP local, Eduardo Dolón, también se ha unido a la fiesta del postureo en una reedición local y cutre del rancio nacional-catolicismo. Como si se tratara de un nuevo caso a lo Rita Maestre, el exalcalde del PP pide el cese de la edil Morate por haber insultado a los católicos y para defender el buen nombre de Torrevieja. Y lo hace sin el menor rubor.

Pero el Sr. Eduardo Dolón no es precisamente la persona más adecuada para hablar del buen nombre de la ciudad y de insultos a los católicos. En Torrevieja, todo el mundo sabe que quien más daño le ha hecho a la imagen y a la realidad de la ciudad ha sido la banda organizada del PP bajo cuyos mandatos municipales proliferó el desafuero del ladrillo y se implantó el imperio de la corrupción como norma municipal durante 27 años.

Como cargo público que lleva viviendo toda su vida de sueldos políticos, Eduardo Dolón debe conocer sin duda a sus muchos compañeros de partido que, en los últimos años, han presidido muchas procesiones católicas al tiempo que se ciscaban en los mandamientos católicos y en los valores cristianos. Muchos de ellos ya están en la cárcel o son investigados o imputados por corrupción. ¿No insultan a los católicos estos indidviduos tan inmorales?

Es casi seguro que el señor Eduardo Dolón tiene muchos datos acerca de cargos del PP que han insultado con sus acciones a los católicos y a la ciudadanía en general. ¿Cuántos cargos del PP valenciano han contravenido el séptimo mandamiento de los católicos "No robarás"? ¿Cuántos cargos del PP han mentido, contraviniendo así el octavo mandamiento "No dirás falso testimonio ni mentirás"? ¿Y cuántos han caído en corrupción al incumplir el décimo "No codiciarás los bienes ajenos", en este caso los bienes públicos? De los que cometen actos impuros, mejor ni hablar.

No se ha escuchado al Sr. Dolón denunciar a miembros del PP que han cometido de forma continuada ese pecado capital llamado avaricia con objeto de enriquecerse cometiendo delitos de corrupción y perjudicando a la ciudadanía. Y, sin embargo, los ha tenido que ver desde que se inició en política.

Supongo que el Sr. Eduardo Dolón también reprenderá a quienes desde las filas del PP se declaran católicos y bien casados, pero que en la práctica pisotean el sagrado matrimonio (el séptimo sacramento de los católicos) al mantener queridas o frecuentar las llamadas casas de putas. Y si no lo hace, tendríá que confesar, entre otros, este pecado de omisión.