Los problemas de accesibilidad son una constante a la que, por desgracia, las personas con movilidad reducida estamos «acostumbradas». Sin embargo, lo que uno no se espera al llegar a una hospital público, y más si este es de relativamente nueva construcción como es el de Torrevieja, es que haya que afrontar una auténtica carrera de obstáculos, muchos de ellos insalvables, para acceder al hospital. La primera, nada más bajar del coche. El acceso a la acera que separa el aparcamiento de la carretera de acceso es completamente imposible para una silla de ruedas. Ni una rampa, lo que obliga a ir por el asfalto, en mitad de la calle, con todos sus riesgos.

Esto, teniendo en cuenta que la visita al hospital sea para consultas externas, y no para visitar a un familiar enfermo, claro. Si se opta por el aparcamiento principal del hospital, las dificultades son mucho mayores. Para empezar, la gran distancia que hay desde el parking, esta vez con un número irrisorio de espacios reservados para personas con movilidad reducida, hace que haya que salvar una distancia de cerca de 100 metros para llegar al vestíbulo principal, parte de ellos en cuesta. Para una persona que acuda sola y que, como yo, no le alcance el presupuesto para una silla de ruedas a motor y necesite ir empujándose a mano, se le hace muy cuesta arriba (en algunos tramos casi literal, teniendo en cuenta la inclinación del asfalto en el aparcamiento). En estos casos, a veces se puede hacer «trampa»: aparcar en el aparcamiento de consultas externas y acceder desde esa puerta hasta el área de Hospitalización.

Eso hice la primera vez que fui, un viernes, sin saber que sería peor el remedio que la enfermedad. Cuando fui a abandonar el hospital al día siguiente, dicha puerta estaba cerrada, al ser fin de semana. Una larga escalera separaba mi coche, desde el vestíbulo principal al aparcamiento... Escalera que hubo que salvar con un rodeo de más de 150 metros hasta una cuesta... por el asfalto. Una odisea difícil de digerir, se trata del acceso a una necesidad básica como es un hospital, y las instituciones públicas deben velar por romper barreras, no ponerlas. j. F. iniesta