Soplan malos vientos para el pentapartido en el Ayuntamiento de Torrevieja. El epicentro de la depresión política que los origina está situado en «Origüelica» del Señor, lugar que, según afirman, rebautizó el poeta Pablo Neruda como «ciudad sotánica y satánica».

Es en la Oleza de Gabriel Miró donde, al socaire del pestilente olor a basuras, los poderes en la sombra llevan tiempo urdiendo una conjura para obstaculizar las pretensiones de municipalizar el servicio integral del municipio torrevejense, alentadas por el alcalde José Manuel Dolón García, algo que por otra parte el primer edil ya tiene difícil en su propia casa.

No se han ido por las ramas los muñidores de esta turbia operación en marcha, a raiz de la creación de una nueva gestora para regir el rumbo de Ciudadanos y, por tanto, de sus dos concejalas en la Corporación: Pilar Gómez y Paqui Parra. En la actual configuración del gobierno municipal es imprescindible que una de las dos ediles del partido de Albert Rivera vote afirmativamente en el pleno para llevar a cabo la operación.

Como, en principio, ninguna de las dos ciudadanas en el Ayuntamiento parece estar por la labor de poner palos en la ruedas para evitar la municipalización del dichoso servicio, los empresarios que pretenden hacerse con él han tejido su tela de araña.

Ya han atrapado las primeras moscas. Saltándose algún escalafón los conseguidores de la trama han logrado de la formación naranja tener las manos libres y elegir a la junta gestora local a su antojo.

Los argumentos esgrimidos por los maniobreros han sido tajantes: En el Ayuntamiento de Orihuela -dijeron- el PP gobierna porque en las determinaciones importantes hace lo que nosotros queremos. En Torrevieja nosotros podríamos conseguir lo mismo con el pentapatido.

Así las cosas solo restan los «buenos oficios» de la nueva gestora para convencer a Pilar y Paqui que deben tumbar, no solo lo de las basuras, también todo aquello que no responda a sus intereses empresariales. Queda por conocer la determinación a tomar por ambas ediles cuando les pretendan imponer comulgar con ruedas de molino. A veces las personas no somos conscientes de lo que, en un momento dado y bajo presiones o tentaciones, somos capaces de hacer.

En disyuntivas como las que se avecinan, si los hombres no lo remedian (Dios a la vista de las circunstancias no sabe, no contesta) es aventurado predecir por dónde saldrán las concejales de Ciudadanos metidas en este atolladero, aunque parece que Dolón tiene atado su respaldo.

Lo único claro en este oscuro asunto es que el acta de concejal es patrimonio de quien la posee. Si a una no le da la gana dimitir... no dimite; si lo hace, corre las listas. También pueden irse al grupo de los no adscritos. Otra alternativa es sumarse a cualquiera de los partidos del pentapartido -transfuguismo que se llama-. Lo que sea, sonará.

La artimaña es, a simple vista, tan burda y tan tosca que nada más ponerse en funcionamiento está quedando al descubierto, sobre todos ante los afiliados y simpatizantes de Ciudadanos, quienes desde su reciente implantación a nivel local no han dejado de ser zarandeados.

Para las gente nacidas en Torrevieja, Barcelona y su cinturón industrial fue durante muchos años su principal referente. En la actualidad muchos vecinos de la localidad se preguntan con sorna qué han hecho o han dejado de hacer para que ahora intenten gobernarnos desde la distancia los catalanes de la Barcelona metropolitana.