Es la más entrañable. La que más viven los torrevejenses con el corazón. Con el suave aroma del azahar que llegaba de la huerta y los primeros rayos del sol colándose por la calle Concepción, vivió Torrevieja bien temprano su procesión del Encuentro. Mucho público esperando en las «cuatro esquinas» la llegada de «La Purísima», patrona de la ciudad, que enfila Fotógrafos Darblade cubierta por el luto del velo negro.

Esperando el encuentro con el Santo Palio con el trono de San Juan como testigo. Desde antes de las ocho ya se escuchaba por el centro el volteo de campanas, porque la tradición dice que es cosa grande cada vez que sale la Inmaculada.

Aunque la pólvora brilló por su ausencia. Se echaron de menos los cohetes y las tracas. Y se echó de menos ese olor a pólvora, tan inseparable de lo mediterráneo, que pone siempre el contrapunto laico y festivo a los inciensos de los creyentes. Ni el Ayuntamiento ha llegado a tiempo con el contrato (algo que ya es habitual), ni la Junta Mayor se ha querido ocupar de un gasto perfectamente asumible hasta para un particular. La Junta Mayor ha matizado hoy en su cuenta oficial de twitter que «nadie se ha dirigido a la JMC para que asumiera la pólvora del Encuentro» y que «a no haber cobrado todavía la subvención municipal de 2015, la hubiéramos pagado».

Es sin duda la más bonita. Procesión de emociones, como ninguna otra de la larga Semana Santa de aquí. Porque cada Encuentro, que nunca se llegó a perder en la ciudad aunque otras procesiones dejaron de celebrarse, viene a dejar en la gente algunos de los recuerdos de sus vidas. Es procesión de alegría y de muchas lágrimas. Es procesión donde los torrevejenses echan de menos a los que les faltan, a la vez que enseñan a los más pequeñines que las cosas importantes, más allá de la fe y la devoción pública, se construyen con los demás. Y así, cuando a la Virgen se le retiró la fina mantilla negra del rostro y los músicos interpretaron el himno nacional, cuando se soltaron los imprescindibles globos blancos y azules y el aire se cubrió con miles de pétalos de colores, primavera de la Sagrada Aurora, los aplausos de la gente certificaron que, otro año más, Torrevieja había vivido su procesión del Encuentro.