Mari Carmen Andreu y Antonio Mínguez critican la nula atención que les prestó la compañía aérea con la que viajaban (Ryanair) y el desamparo que sintieron al constatar que ni la embajada española ni el consulado se interesó por ellos ni les ayudó a regresar a España. «Ni si quiera se acercaron para preguntar cómo estábamos o si necesitábamos algo. Vimos como las embajadas de otros países y las aerolíneas se iban haciendo cargo de los demás pasajeros y al final sólo quedamos un grupo de cincuenta personas, en su mayoría españoles, que dormimos allí. Hemos vuelto porque nosotros nos pagamos los billetes de autobús».