La falla que, puntual a su cita como cada año, ardió ayer a las 16 horas en el aparcamiento del colegio público de Hurchillo era un homenaje a la que se instaló en la calle San Agustín, en el corazón de Orihuela en el año 1934. El centro público lleva ocho años recuperando estos monumentos de cartón piedra que hace un siglo eran habituales en las calles de la ciudad y que desaparecieron dando paso a otras actividades lúdicas. Ayer el director, Joaquín Marzá, se congratulaba de que todo había ido bien y ya hablaba de proyectos para los dos próximos años. Para 2017, donde los alumnos de sexto de Primaria integrarán la Junta Central Fallera; y para 2018 cuando, aprovechando los diez años de trabajo de esta iniciativa, procedan a realizar un acto fallero en la ciudad abandonando la pacífica pedanía.

Como toda falla, que ha sido construida a lo largo de dos largas semanas de trabajo por los profesores, había un ninot que iba a ser indultado. Y este año, como no podía ser de otro modo, se decidió indultar a un «Armao», a un miembro en cartón piedra de la histórica Centuria Romana oriolana que cumple sus 125 años de historia en este 2016. Su presidente, Ramón Sáez, acudió al centro educativo para ver cómo se salvaba. El muñeco para a formar parte del futuro museo fallero que el centro realizará. Como es tradicional, la hoguera se quemó en presencia de agentes del Cuerpo de bomberos y autoridades locales, incluyendo a la nueva Armengola, Gloria Valero, tampoco faltaron los cargos falleros. Los niños, viendo arder la falla, grabaron en sus retinas una jornada inolvidable, otra más, en este centro preocupado y ocupado en mantener despierta la mente de todos los niños.