El presidente de la Generalitat, Ximo Puig (PSOE), trasladó ayer su jornada de trabajo a Orihuela, en su primera estancia en la ciudad desde que dirige el gobierno valenciano, para tratar de primera mano las necesidades y, como bien dijo el alcalde, Emilio Bascuñana (PP): «Hacer que Orihuela se sienta a gusto en su Comunidad» al ser escuchada. La visita llega por iniciativa del propio Puig tras las críticas vertidas en varias ocasiones por el alcalde por la supuesta «discriminación por el color político» que sufría Orihuela, frase que ayer matizó el regidor en presencia de Puig: «Quiero aclarar que no me he quejado de que no me reciba ningún conseller; de hecho lo han hecho varios: Justicia o Hacienda y nos ha visitado el de Economía... Me he quejado amargamente de la consellera de Sanidadde la consellera de Sanidad. Entiendo que no es nada personal pero cuando el alcalde de Orihuela pide una cita a un conseller se le tiene que atender. Por eso me alegra enormemente la visita del presidente», al tiempo que definió su estancia en Orihuela como «gesto de muy buena voluntad, de acercamiento».

Precisamente el Centro de Salud del Rabaloche fue el único anuncio hecho por el presidente, cuando la visita había terminado y después de asegurar a los periodistas que el ansiado proyecto sanitario aún estaba pendiente de «la reasignación de los recursos y de la dotación presupuestaria correspondiente», un proceso dijo que se alargaría por «semanas o meses». Pero, tras abandonar la Casa Consistorial y a través de su gabinete aseguró que esa misma mañana la Conselleria de Hacienda había desbloqueado la partida presupuestaria, con lo cual las obras del centro de salud «comenzarán a finales de mes» apuntó el presidente. La adjudicataria es Dragados.

Durante la estancia en el Ayuntamiento, Puig animó al equipo de gobierno a dejar atrás las rencillas políticas: «No podemos perder el tiempo en pequeños rifirrafes. En ese sentido he encontrado una magnífica voluntad en el alcalde y por los portavoces», con los que también se reunió.

Problemas

Otro de los problemas que centraron las explicaciones tanto de Bascuñana como de Puig giraron en torno a la cesión de los antiguos juzgados de Orihuela, como compensación a la ciudad por haber pagado con dinero de las arcas públicas la construcción del nuevo Palacio de Justicia, y que el presidente reconoció como un «asunto enquistado sin ningún tipo de razón». En este sentido apuntó a que «bien por la vía de la reversión o de la cesión es necesario acabar con este intercambio. Garantizo que va a haber una solución. Es una cuestión de justicia que los juzgados sean de Orihuela. La ciudad hizo un gran servicio a la Generalitat haciendo unos nuevos. Quien está en deuda en estos momentos es la Generalitat».

En lo que más insistieron ambos fue en perpetuar «esa voluntad de diálogo permanente» que Puig afirmó haber encontrado en Bascuñana, mientras este confía en que «llegue a buen término, se manifieste y se haga realidad atendiendo las necesidades de la ciudadanía de Orihuela». Estas, añadió el regidor, no pasan «solo en inversiones. Las inversiones son básicas y determinantes pero los hombres también vivimos de los gestos, las sensaciones y sentimientos. Es imprescindibles que Orihuela y Valencia, que están distantes geográficamente, tengamos esta cercanía que nos permita establecer estos lazos y puentes que ayudemos a coser la Comunidad, como nos ha pedido el presidente», añadió el regidor. Puig recogió el guante y aseguró entender esta sensación, pues, cuando era diputado de Castellón estaba «en la otra periferia, y muchas de las cosas que oigo aquí son las que yo he dicho», por lo que su objetivo es «coser la Comunidad».