Han alargado los días y cuando por la mañana salgo a la calle el sol ya se ha despegado del horizonte marino refulgiendo en las fachadas de los edificios de Torrevieja. A finales de mes, el Domingo de Resurrección, recién estrenada la primavera, volverán a cambiarnos la hora, según las pautas establecidas. No nos cogerá a contrapié el adelanto horario. Está previsto de antemano. Por el contrario, ante los cambios imprevistos, el personal parece verse preso de un ataque de ansiedad rayano en el pavor. Se cuenta que al establecerse la jornada laboral de ocho horas hubo trabajadores acostumbrados a laborar de sol a sol que calificaron el avance como una medida para favorecer a los magantos. Han pasado muchos años de aquello pero el miedo a los cambios sigue imperando en la sociedad. No me refiero solamente a la situación política del país. Apenas me preocupa. Tenía claro antes de las últimas elecciones del 20 D, que sus previsibles resultados conllevarían, pactos de cualquier calaña para posibilitar finalmente otro gobierno central con sensibilidad social.

N0 habrá nuevos comicios o por lo menos así lo creo, aunque más de una vez me he equivocado. Por ello procuro mantenerme al margen del terremoto político que pese a su baja intensidad ha zarandeado (sin derrumbarlos) los cimientos del bipartidismo, convirtiendo a los líderes más representativos de todos los partidos en liza en el variado elenco de un circo.

Me ocupa, eso sí aunque sin quitarme el sueño, porque hace tiempo dejé de personalizar los problemas comunes, la situación municipal de Torrevieja.

Tras el cambio radical de color surgido en el gobierno torrevejense en junio del pasado año y gestado por seis partidos, aunque ciudadanos no forme parte del equipo, han pasado ocho meses.

Durante el llamado pentapartido parece no dar a basto en la tareas de poner los cajones en orden después del despendole generalizado a lo largo de un cuarto de siglo de ordeno (o desordeno) y sobre todo mando del PP.

Acuciados en solucionar los problemas más importantes el alcalde José Manuel Dolón ha cogido el toro por los cuernos y pretende dar soluciones a la enquistada y compleja situación de la Policía Local. Del mismo modo ha afrontando el tema de la limpieza integral del municipio. Sendas prioridades no son precisamente pericas en dulce pues los anteriores mandatarios se mostraron incapaces de afrontarlas hasta el punto de que se les pasó el arroz. En regularizar ambos embolaos, más la dinámica diaria del funcionamiento del Ayuntamiento, lo cual tampoco debe de ser fácil, viene transcurriendo este periodo de aterrizaje de los nuevos gestores. Cuando concluyan estas tareas, o a la par, imagino que tendrán presentes en sus oraciones que en esta ciudad sigue estando casi todo por hacer. Lo del desdoble de la variante de la Nacional 332 clama al cielo. La definición, de una vez por todas, de un plan integral para la fachada marítima sigue siendo un mal sueño, jalonado de media docena de proyectos fallidos. Mientras en esta zona, la mejor de la población, todo el que llega con dinero o capacidad para entramparse ha hecho, hasta ahora, lo que le ha venido en gana. El acceso por la zona norte de la ciudad desde la carretera de Crevillente hasta la costa sigue siendo un camino de cabras, eso sí, asfaltado y con puente incluido. Allí está previsto construir ocho mil viviendas .

Ignoro las ideas básicas a plasmar en la tantas veces pedida, reclamada e incluso exigida, revisión del PGOU, para acabar con las modificaciones puntales, más de centenar, de a este planteamiento con el fin de convertirlo en un instrumento artero al servicio del urbanismo a la carta.

Son muchas más la necesidades a afrontar a lo largo de este mandato municipal, por ello, (pienso) que el penta se debería trazar un plan de prioridades un rumbo, para afrontarlas. Y darlas a conocer que tampoco es pedir mucho. Con este panorama, llevando a cuestas una pesada mochila, menos mal que la oposición del PP a los once malditos nos alegra con sus lanceadas críticas que se convierten en cañas.

Desde el pasado verano y pese que se van atemperando, los exponentes más ínclitos de la formación popular han centrado su oposición política en denunciar bachesicos en aceras y calzadas, las pericas fundías del alumbrado público -algo que por otra parte, quema mucho al vecindario- y en motejar al pentapartido de ser Podemos. Lo de comunistas ya no asusta. Si se les ocurre cuestionar, con todo su derecho -y razón-, lo que cuesta un economista para asesorar a la alcaldía, el personal compara lo que ganan en la Diputación algunos de ellos por poco más que hacer recados. Las comparaciones siempre son odiosas.

Hay que reconocerle al exalcalde Eduardo Dolón una iniciativa: Solicitar la declaración de Bien de Interés Cultural para el Certamen de Habaneras. En el mismo lote se debería incluir un reconocimiento patrimonial de protección para recinto de Las Eras de la Sal. Resulta inaudito no haber pensado, en esta hora, en algo que ya debería estar resuelto la tira de años.