Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias compartieron ayer mesa y mantel en una cafetería. Ocurrió en Callosa de Segura y todo apunta a que no acabaron de fraguar un pacto para desatascar la situación de bloqueo político. La curiosa escena dio mucho que hablar entre los vecinos que los vieron en la Plaza de España, donde se colocaron tres muñecos que representaban al trío de líderes políticos. Fue parte de la escenografía de «Partir la Vieja», una tradición que se celebra en el ecuador de la Cuaresma y que sirve para hacer un repaso crítico a la actualidad política y social a través de los peculiares «viejotes».

La ocurrente escena fue titulada como «políticos, pactos y viceversa» y recreaba al número uno de Podemos, con pañuelo palestino al cuello, y bajo un cartel que indicaba que «como sea tengo que conseguir ser tronista». El popular Rajoy dejaba claro que él «no pactaba con nadie», mientras el socialista era el más indeciso y se preguntaba «¿Pactamos o no pactamos?».

La celebrada ayer fue la XXIX edición de Partir la Vieja, una tradición que se recuperó en 1987 y donde vecinos, colegios, asociaciones o negocios colocan los «viejotes» que ensalzan temas de actualidad desde un punto de vista ácido y un tanto irreverente. Sus orígenes se remontan a la Edad Media, cuando el pueblo se permitía por un día romper la seriedad de los días que anteceden a la Semana Santa.

Durante la jornada no faltaron alusiones a la corrupción política, a los recortes en Educación o Sanidad que se han venido sufriendo en los últimos años o distintas reivindicaciones sociales de ámbito local que buscan provocar carcajadas y hacer reflexiones al vecino de a pie. Y es que tan pronto ha caído este año la Semana Santa que uno de los viejotes aparecía vestido, o casi travestido, entre lo que parecía un nazareno y un festero. «Me tienen liao, entre la Cuaresma y el medio año festero... no me aclaro con la ropa», decía su cartel.

En el colegio La Paz, los alumnos dispusieron junto a sus «viejotes» ingeniosas frases como «Ja no sabem què més fer perquè ens done la jornada continua este conseller» o «soy el mejor político del mundo. Robo en los bancos, no cumplo las leyes, engaño a gente y ahora me toca abusar de ti como sea presidente».

Hasta el colegio Primo de Rivera llegaron Dulcinea y Don Quijote, quienes se perdieron y fueron a parar a un municipio de cuyo nombre no lograban acordarse, que no fue otro que Callosa, donde tuvieron la oportunidad de degustar dulces típicos como las «almojábanas». En el centro escolar San Roque, sus muñecos se afanaron un año más en pedir que les arreglen todos los aseos del colegio y lo dejen todo «presioso», recordando el seseo que caracteriza el hablar de la Vega.

También hubo tiempo para recordar que los comerciantes del casco histórico se ven cada vez más alejados de los eventos municipales. Era una de las «viejotas» la que lo recordaba: «Aquí estoy más sola que la una. Me han quitao el mercao, la cabalgata y me van a quitar hasta el refajo».