El señor Lobo pisó ultimamente la geografía alicantina. Se dio un borneo por estos lares con el fin de vigilar el patio político de la Ciudad de la Sal. Según se cuentan, el mote de señor Lobo, se lo ha ganado a pulso Fran Hervías, secretario de Organización de Ciudadanos, por ejercer con eficacia el desempeño de sus funciones.

Por lo visto este joven catalán, él solito y a escala de todo el país, se basta y se sobra a la hora de poner en orden, y en casos concretos, dejar limpias como patenas, las sedes de Ciudadanos.

Si por sus hechos les conoceréis, en el currículum de este desfacedor de entuertos cuentan en su haber, según glosan los medios nacionales, la defenestración de 57 militantes corruptos surgidos en el partido de Albert Rivera, durante los últimos ocho meses; es decir, desde la constitución de los gobiernos autonómicos y municipales surgidos tras las elecciones.

Ha separado pues el grano de la paja cepillando, expulsando del partido, a gentuza de mil variados colores que entraron a formar parte de él con el fin primordial de ponerse las botas y hacerse con los botines.

La cuarta fuerza política del país, que incluso podría ser determinante a la hora de formar nuevo Gobierno, tiene por empeño convertirse en derecha civilizada. Pretende evitar lo ocurrido en el PP, donde la corrupción lejos de ser algo puntual ha terminado por convertirse en algo estructural pues la putrefacción no está dejando títere con cabeza.

Es inevitable que tanto en Podemos como en Ciudadanos, entre el aluvión de afiliaciones experimentado en ambas fuerzas, se hayan colado arribistas y desaprensivos de diversas calañas.

No es de recibo dejarlos medrar y campear a sus anchas por aquello de conseguir más votos, agarrándose al consabido refrán marinero de «para la mar "to" es bueno» ni de que se les pudran dentro, aumentado sus influencias, hasta el punto de no poder ponerlos de patitas en la calle y verse en la obligación de mandarlos al Senado o al Congreso de los Diputados. Aforarlos.

En este pueblo nuestro he conocido a infinidad de vecinos que en su día optaron por afiliarse al PP y en menor medida al PSOE y a otras formaciones como trampolín seguro de garantizarse un buen pasar. Algunos lo han conseguido, pero los más, por cobijarse bajo la sombra de un buen árbol andan jodidos porque ya no les da el sol.

La visita del Señor Lobo a estos pagos no tiene nada que ver, en un principio con esos tipos de los que hemos hablado. Aunque sí es cierto, y preocupa, la situación de la formación que tiene la capacidad de decidir el gobierno de la tercera ciudad de la provincia y ve desde fuera cómo sus dos ediles se llevan «a matar».

Ante la perspectiva de que las liquide el partido imponiendo una gestora, Pilar Gómez ahora reniega de su acercamiento desautorizado al PP, mientras que Paqui Parra hace todavía más migas con el pentapartito. Personajes como el citado señor Lobo -recordando aquel personaje glorioso de «Pulp Fiction» dedicado a enmendar desaguisados «gangsteriles»- deberían proliferar en todos los partidos, aunque personalmente, y a nivel local, preferiría otra solución mas vistosa. Me gustaría ver desatada una epidemia. Se imaginan si comenzara a desarrollarse una enfermedad cuyo origen y diagnóstico clínico no lograra ser establecido por los más significados médicos internistas, como tampoco su tratamiento.

El desconocido virus sería peculiar: tan solo atacaría a los corruptos, hipócritas machistas y otras gentes poco recomendables. Otra de sus características: además de producir un cuadro clínico similar a la gripe, a los afectados les saldrían ronchas en las mejilla a modo de los llamados «antojos» pero con leyendas. En un lado de la cara pondría «Amo a Torrevieja» mientras en el otro: «¡¡Viva La Purísima!!». Para sanar deberían restituir lo robado, y no reincidir pues de hacerlo recaerían irreversiblemente hasta terminar en un plis plas en la paz de los cementerios. En este caso robando malvas. No nos caerá esa breva.