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Balance sangriento en la Vega Baja en menos de un mes

Los criminólogos no hallan relación entre las cinco personas fallecidas de forma violenta en la comarca

Balance sangriento en la Vega Baja en menos de un mes

Cinco muertes violentas y un suicidio -relacionado con dos de ellas: un padre asfixió a su pareja y a su hija y después se ahorcó dejando una nota y pidiendo perdón- es el balance sangriento registrado en la Vega Baja en menos de un mes, lo que dista del 31 de diciembre, cuando estos tres cadáveres fueron descubiertos en una vivienda de la céntrica calle torrevejense de Ramón Gallud, y la denuncia por el asesinato -algunas fuentes policiales apuntan directamente a una ejecución como término más apropiado- de un italiano de 49 años de edad en una de las decenas de urbanizaciones desperdigadas por Orihuela Costa, hecho que se descubrió el pasado lunes día 25, de madrugada, y que devolvió a la comarca a rememorar aquella época en la cual algunos de los crímenes que sucedían eran calcados a los que se ven a diario en cualquier televisión.

No hay más relación entre tanto cadáver que el hecho de que todos eran europeos -polacos, ingleses, suecos o italianos- y los pocos kilómetros que distan entre unos y otros sucesos porque todos se produjeron en el corazón turístico de la comarca, entre Torrevieja y Orihuela Costa, cuestión de 15, quizá 10 kilómetros de litoral. Así lo certifican los criminólogos porque visto cada uno de forma individual hay siempre un desencadenante que no se parece al resto: un caso de violencia doméstica, una pelea en un bar, una paliza entre dos hombres que vivían juntos (que aún está por aclarar si hay relación entre el fatal desenlace y la agresión) y un ajuste de cuentas por, probablemente, deudas de droga. Cuatro casos, cinco víctimas y seis cadáveres.

La comarca, habituada a finales de los años 90 y principios de la pasada década a ser foco habitual de violencia y asesinatos, había conseguido dejar atrás una etiqueta que le colocaba como sede de grupos organizados y de mafias, y eso pasó gracias, probablemente, a la crisis. Si durante años sus urbanizaciones eran, a juicio de los investigadores, un rincón perfecto para esconderse de la Justicia, el final del negocio lucrativo en la costa hizo que tal y como fueron viniendo se marcharon. Una jueza consultada por el diario, que ejerció durante años en Torrevieja, recuerda levantamientos de cadáveres por varios supuestos suicidios desde un acantilado que tenían como escenario el mismo punto y que más parecían, por el pasado de la víctima, asesinatos que otra cosa pero, ¿quién podía demostrarlo?

Tal es el grado de preocupación que sigue existiendo en la Guardia Civil por lo que ocurre en la Vega Baja que el primero de los crímenes que abrió esta macabra secuencia se investigó hasta sus últimas consecuencias. Un padre se suicidó tras matar a su esposa y a su bebé. Dos cadáveres cubiertos por una sábana perfectamente colocada y un par de notas pidiendo perdón y facilitando la localización de la familia de la mujer en Polonia. Algo tan aparentemente sencillo de darle el carpetazo, en Torrevieja se miró hasta el último detalle. Se comprobó si la letra de las notas era del suicida. Lo era y se cerró.

«112»

Criminólogos e investigadores colocan otros dos hechos en el campo de la casualidad. El 11 de enero una llamada al «112» alertó de la muerte de un hombre en una vivienda de Torrevieja. Pese a que parecía un infarto los golpes que presentaba el cadáver llevaron a una investigación contra su compañero de piso y, a través de testigos, conocer que horas antes lo había agredido en plena vía pública. El juez lo envió a prisión mientras se trata de establecer si existe una relación entre ambos hecho. El 16 de enero un inglés falleció tras una pelea en un pub después de ser agredido con una botella rota. Dos muertes que no estaban previstas y, entre sí, tampoco iguales. En una había una relación personal: el detenido llegó a declarar que llamaba «papi» a su compañero; en él otro, probablemente, fue el alcohol.

Y ninguna de ellas se parece a la del pasado lunes. Esta sí recuerda al pasado más negro de la Vega Baja: drogas y ajuste de cuentas. Mafias, víctimas y testigos. De hecho, una rumana quedó para contarlo todo. Aquella noche había acompañado a un amigo al bungaló y vio a los tres encapuchados que le dieron muerte y que la maniataron antes de marcharse con, y esto llama la atención de los investigadores, dinero (unos 3.000 euros) y botellas de bebidas -¿a quién se le ocurriría?-. Si la mujer quedó con vida para contarlo y que sirviera como advertencia o bien no era un objetivo es algo que está bajo secreto de sumario. De hecho, este es el único asunto de todos que realmente preocupa a los investigadores. ¿Han vuelto las mafias a la Vega? ¿Los ajustes de cuentas? ¿Habrá más? ¿Será que la crisis sí ha acabado?.

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