Fue una visita de poco más de 24 horas pero consiguió movilizar a miles de feligreses de Orihuela y de toda la Vega Baja que quisieron participar en un acontecimiento histórico. La Santa Faz emprendió a última hora de la tarde de ayer el regreso a su monasterio alicantino tras haber visitado por primera vez la capital de la Diócesis y dormir una noche en la Catedral de El Salvador. El obispo Orihuela-Alicante Jesús Murgui ofició la última eucaristía en presencia de la reliquia que partió después en procesión hasta la Plaza de la Merced para ser despedida al calor de los fieles.

El tañer de las campanas del El Salvador desde primera hora de la mañana de ayer domingo anunciaba que Orihuela estaban viviendo un día muy especial. La sagrada imagen permaneció toda la noche protegida en una urna, con una alarma y con un cordón policial en las inmediaciones del templo. El relicario quedó desde primera hora de la mañana expuesta al culto en la Catedral, que celebró sus misas en horario habitual a las 10, a las 11.30 y a las 13 horas. La afluencia de oriolanos y de otros devotos procedentes de distintos municipios de la Vega Baja fue notable. Y es que la visita de la Santa Faz a Orihuela fue el viaje más largo de la sagrada imagen desde hace más de 500 años, pues sólo había visitado distintas poblaciones de l'Alacantí y Orito, donde las religiosas que desde hace siglos custodian la reliquia la escondieron en el convento de San Pascual, en concreto en 1691, para protegerla de la invasión de los franceses.

El obispo Jesús Murgui fue el encargado de extraer la sagrada imagen durante la última eucaristía que presidió en Orihuela, la de las 18 horas. Dos horas más tarde, la comitiva emprendió la procesión de vuelta desde la Puerta de Loreto hasta la Plaza de la Merced, donde fue despedida entre vivas y aleluyas. La imagen fue cuidadosamente guardada en la misma caja en la que llegó, un estuche de madera forrado de terciopelo y acolchado para proteger obras de arte que fue elaborado para la ocasión. Así, fue trasladada de nuevo entre importantes medidas de seguridad hasta el monasterio alicantino donde se custodia, cerrando así un capítulo histórico de la historia oriolana y alicantina.