El oriolano Fernando de Loazes y Pérez de Albillo fue presidente de la Generalitat de Cataluña durante algo más de un año. En 1559. Su nombre aparece de pasada en las crónicas que durante los últimos días glosan la historia secular de ese cargo con motivo de la investidura de Carles Puigdemont como presidente autonómico en Cataluña, y para ello se han hecho eco del listado de los 130 presidentes de la historia del Principado. Y en el puesto 66, discreta pero inequívocamente, con el nombre de Ferran de Lloaces i Peres, aparece el oriolano que nació en 1498 y fue bautizado en la muy popular Iglesia de las Santas Junta y Rufina, frente al actual Ayuntamiento de la ciudad.

El fugaz paso por este cargo es quizá uno de los aspectos más desconocidos del brillante currículum del oriolano. La mayoría de las referencias biográficas que se pueden encontrar sobre el personaje, incluidas las del arzobispado de Tarragona, ni siquiera lo mencionan. En aquel momento de la historia de la Corona de Aragón, con mayor relevancia económica e incluso política del Reino Valencia frente a Cataluña, el nombramiento estaba ligado más a la proyección eclesiástica de la persona escogida que a cualquier otra consideración. Sólo hay que fijarse en los antecesores y predecesores del oriolano. Y sobre su breve gestión tan solo se destaca que creó la figura del abogado fiscal de la Generalitat, que después se mantendría hasta la pérdida de los fueros. En aquellos días del XVI, Felipe II se enfrentaba a la flota turca en el Mediterráneo, y en Orihuela, envuelta en un halo de ciudad próspera y esplendorosa, las obras del muro perimetral del Colegio Santo Domingo iban a buen ritmo.

Loazes creció en el seno de una familia de hidalgos que, procedentes de Lugo, se habían instalado en la ciudad en el siglo XV. Estudió en París y se licenció en derecho en Bol0nia. Embajador de Carlos V y fiscal del Santo Oficio en Valencia y Barcelona, participó en el Concilio de Trento. El papa Pío V lo nombró Patriarca de Antioquia -cargo de gran relevancia simbólica en aquel momento, y cardenal poco antes de morir en 1568. Sus diferentes reseñas biográficas dejan bien claro su extraordinario periplo de cargos, su influencia eclesiástica y política y su nutrida fortuna personal. Algunos hablan de matrimonio y tres hijos reconvertidos a sobrinos -más correctos tratándose de un prelado-, en según qué fuentes de la historia. Tras dejar la Generalitat de Cataluña fue designado Arzobispo de Tarragona y Valencia. Validó con sus resoluciones en la Inquisición los bautismos forzados de la población morisca y fue, dicen las crónicas, uno de los principales opositores a la rebelión de las Germanías, que tuvo en Orihuela uno de sus principales focos de resistencia.

Entregado a su ciudad

Del excepcional patronazgo de Fernando de Loazes sobre su tierra natal caben pocas dudas. Cerró a favor de Orihuela el pleito secular con la diócesis de Cartagena para la creación de la Catedral y de Obispado propio, lucha de siglos para los oriolanos que perdieron su sangre y hasta sus almas con la excomunión a la que fueron sometidos por parte de la Diócesis vecina, desmembración impulsada por motivos políticos, -y en aquel momento- lingüísticos.

Dedicó además su fortuna a la dotación y fundación del Colegio de Santo Domingo, proyecto iniciado en 1547 que logró del Papa Pío V rango de Universidad en 1569, un año después del fallecimiento del arzobispo Don Fernando. Allí dispuso su enterramiento, y allí se le recuerda en un uno de sus claustros con un busto donde se glosa su vida y su obra, sin mencionar, aunque breve, su Honorable Presidencia de Cataluña con el valenciano (o catalán) nombre de Ferran de Lloaces i Peres.

Como en aquella España Moderna de los Austrias, intereses políticos y lingüísticos se unen para escribir la historia según se quiera ser. En estas que fueron sus tierras de la Vega Baja, la personalidad de Fernando de Loazes y Pérez da hoy nombre en castellano renacentista a colegios, bibliotecas, calles de distintos municipios de la comarca y a la cátedra dependiente de la Universidad de Alicante que con sede en el Colegio de Santo Domingo centra sus estudios en investigaciones sobre los diferentes aspectos históricos y geográficos que configuran lo qué ha sido y lo que hoy es la tierra y la gente del Bajo Segura.