Creo que es la única lápida de este tipo que perdura en Torrevieja. Ostensiblemente visible está expuesta nada más entrar al Real Club Náutico de Torrevieja (RCNT). Encabeza la leyenda del mamotreto el Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde, jefe del Estado y presidente de Honor a Perpetuidad de estas instalaciones náuticas. Tras el dictador aparecen los nombres de la junta promotora del club, algunos de ellos precedidos con el tratamiento de ilustrísimo; y el resto, con un simple Don.

Son miles las personas que visitan anualmente la sede de esta entidad y se topan a modo de bienvenida con la mencionada placa. Algunos la consideran como un escarnio. El mal regusto les queda en la boca y por si no tenían bastante con una, se beben dos tazas de amargo sentimiento.

Se toman la segunda si, al seguir su periplo, se topan con el amplio salón de reuniones -que la entidad privada cede a todo tipo de asociaciones y partidos políticos para sus comparecencias-, donde en una especie de pergamino aparece la relación de los presidentes de Honor del RCNT.

Está abierta por Su Majestad, el ciudadano Don Juan Carlos de Borbón, seguido de Francisco Franco, Luis Carrero Blanco y otros jerarcas de la Dictadura. Entre ellos, don Juan Aparicio Bernal. Cierran la lista tres expresidentes locales del club: Tomás Lanzarote, Tomás Martínez Domenech y Manuel Espinosa Maciá.

He traído a colación -con el respeto que me merecen la retahíla de reconocimientos de una entidad privada como el RCNT- porque este año se cumple medio siglo desde aquel 30 de mayo de 1966, cuando se levantó el acta oficial de la primera junta directiva encargada de dotar a Torrevieja de una instalación de la que carecía en una reunión que tuvo lugar en la Sociedad Cultural Casino de Torrevieja. Afortunadamente, las primeras gestiones de aquel equipo no dieron sus frutos. El Patrimonio del Estado se negó a concederle el recinto de las Eras de la Sal. El club se levantó finalmente en la playica «De Bufa», popular personaje de aquella época, dedicado al alquiler de botes de remo a los veraneantes. Con su construcción se sepultaron las piedras que conformaban el punto de atraque más antiguo de la ciudad: El «Muellesico Sánchez». Todo esto ya pasó a la historia. Nada tiene que ver el actual RCNT con el elitismo de aquel tiempo donde sus propios socios decían: «el club», a secas, porque carecía del título de Real y sus siglas, sin la erre, se podían confundir con las de la CNT. Hoy el RCNT es una entidad abierta e implicada en el devenir de Torrevieja, de los torrevejenses y, si se tercia, del resto de los vecinos de cien mil raleas que conforman el municipio; y que apela, y más en los últimos meses, a su labor en pro del interés general a la hora de defender sus derechos y de recibir el respaldo, que merece, de las instituciones públicas.

Por ello, no es de extrañar el sentimiento de los ciudadanos -y también de algunos socios, como bien conoce este periodista- ante el anacronismo a modo de agradecimiento perpetuo de personajes que actualmente chirrían por haber pasado hace tiempo a formar parte de una historia con tristes recuerdos. Las nuevas generaciones han evolucionando y en algunos casos progresado y se intentan regir por la Democracia.

Si durante muchos años fue de obligado cumplimiento hacerles el rendibú de rigor a quienes poseían el poder absoluto, en la actualidad, y no solo los historiadores, pueden poner a cada cual en su sitio. No le pega al Club esos homenajes. Ello no implica la revocación de los parabienes otorgados en un momento determinado, pero simplemente archivados como históricos. De la Sociedad Cultural Casino de Torrevieja se retiró no hace mucho una fotografía del Caudillo instalada en una discreta salita de juntas.

A veces, al acabar una columna como esta, pienso haber tomado el rábano por las hojas. Me he referido en ella a gentes que gozan con el Mediterráneo. El «Mare Mortun» como lo bautizó El Roto, donde son difíciles de cuantificar los ahogados que huyen de las miserias de todo tipo.

P.D.: Suele pasar en situaciones de gobiernos en minoría: el mercadeo de grabaciones y la supuesta subasta... de las personas.