Aunque charlar con él da para un prolífico debate de cuestiones estructurales acerca del turismo y la hostelería, Joaquín Guillamó pone como prioridad un objetivo más asumible, que no es otro que «aumentar el número de asociados, porque en Torrevieja y zona de influencia puede haber un número cercano a los mil establecimientos y 149 asociados son muy pocos. Hay que atajar el desapego que las zonas más alejadas del centro tradicional tienen hacia el asociacionismo. E incluso la implicación de los asociados, ya que algunos no leen ni las comunicaciones que les llegan».

En este sentido, la participación en la asamblea también fue baja, ya que Guillamó obtuvo 37 votos por 7 de su rival, Antonio Montero, además de dos votos en blanco. La cuota que pagan los asociados es de 21,34 euros al mes y Guillamó sucederá en el cargo a José Antonio Lozano, del Restaurante El Puerto, al que encumbra al manifestar que «nos ha dejado una asociación saneada en lo económico y en todos los aspectos. Sólo tengo elogios para él y su gente. Han creado nuevas actividades y han potenciado las existentes, elaborando un calendario espectacular. Mantener esta herencia sería ya muy positivo. Lozano se ha preocupado mucho por el sector. Yo he departido con él en diversos lugares y ocasiones y así lo he comprobado».

Guillamó considera que «el turismo de corta estancia es más rentable y hay estudios que atestiguan que por cada euro que se gasta el turista residencial, el turista de corta estancia gasta 8. Pero en Torrevieja tenemos lo que tenemos y habrá que trabajar con ello. Lo que está claro es que alguna vez habrá que convertir el puerto en esa gran plaza central que atraiga el turismo, siempre instalando atractivos lúdicos y culturales, así como servicios, que no se solapen con los restaurantes y establecimientos que ya existen en las cercanías. Otra cuestión positiva sería potenciar un turismo saludable con algún tipo de balneario. En San Pedro del Pinatar les está yendo realmente muy bien».

De sus 40 años de experiencia como profesional, ha estado vinculado alrededor de 20 a diversas directivas de la hostelería local, sin importar el signo político del gobierno local de turno, una experiencia que sin duda le ha granjeado su actual cuota de apoyo entre los asociados. No en vano, ha sido cocinero antes que fraile y relata con pasión y expresión de agotamiento anécdotas como fines de semana sin apenas dormir o dando cabezadas bajo la escalera de la entrada de su establecimiento triplicando turnos para regentar un espacio que en su origen apenas era la extensión de una casa y un corral para animales.

De hecho, a comienzo de los ochenta accedió a una ayuda estatal para ampliar su negocio pero un cambio de criterios gubernamentales le pilló con la obra a medias y le arrebató dicha inyección económica, con lo cual sudó tinta para terminar el proyecto.

Asegura que siempre ha intentado reivindicar lo justo, y pide dejar cualquier tipo de connotaciones políticas al margen. Cabe indicar que durante unos años fue secretario de turismo de la ejecutiva socialista local, cargo que ya no ostenta, siendo ahora sólo un afiliado, mientras que su rival en las urnas de la hostelería, Antonio Montero, ha ido en las listas del PP.

No obstante, Guillamó cree que a la hora de gestionar el gremio no hay que mirar ningún tipo de color ni por una parte ni por otra, sino preocuparse por el bien común y demostrarlo con trabajo.