En el año 1988, merced a una moción de censura, el PSOE perdió la Alcaldía de Torrevieja y dio paso a 27 años de gobierno del Partido Popular (PP) que se truncaron el pasado 13 de junio cuando cinco grupos municipales se tuvieron que poner de acuerdo para, con el plácet de un sexto (Ciudadanos) -que lo votó sólo ese día y no se sumó al equipo de gobierno-, colocar al frente de la Alcaldía a un ecologista, José Manuel Dolón (Los Verdes). Ello da idea de lo difícil que fue arbitrar una mayoría suficiente de 14 de los 25 votos para que Eduardo Dolón no repitiera al frente de una Alcaldía que, tal y como le fueron las cosas a los populares en la Comunitat, hubiera supuesto su reconocimiento como regidor ya sin etiquetas ni herencias. Aún y así ha acabado en la diputación en una vicepresidencia y su principal peón, Joaquín Albaladejo -cuánto lo echará de menos porque tiene que sustituirlo ahora por Eduardo Gil Rebollo-, en el Congreso de los Diputados.

Pero también esa dificultad que hubo para derrocarlo a base de entablar un pactos a cinco bandas (o a seis, según se quiera ver) debería, en teoría, dar idea de lo fácil que puede ser el que cualquier pequeño movimiento o error del pentapartito -incluyendo las luchas internas y externas, que ya han comenzado- les permitiera recuperarla, y más teniendo en cuenta el ejemplo de la Diputación, donde Ciudadanos (C's) imponiendo sus condiciones, respaldó al partido más votado, el PP, (aunque está semana el «amor» parece que se está acabando) como también ocurrió en Madrid o, sin ir más lejos, en Orihuela, donde al cabo de un mes de gobernar en minoría Emilio Bascuñana (PP) los tres ediles del partido naranja, encabezados por su portavoz, Juan Ignacio López-Bas, firmaron un pacto de gobernabilidad del que no se han sabido en este semestre más que reproches y desencuentros, pero ahí siguen unidos. En cambio, en Torrevieja, nada de eso se hizo y nadie sabe los motivos aunque al día siguiente comenzaron unos contactos con la dirección provincial y regional que nadie niega, más bien todo lo contrario.

De hecho, el Partido Popular mantiene una muy buena, casi estrecha relación, con los responsables del partido de Rivera. Al punto que Eduardo Dolón, ha mantenido ante la dirección provincial de su formación -y así lo reconoció a este periódico- que van por buen camino. Y lo ha dicho, incluso, estos días en los que después de las elecciones generales el panorama de pactos en España más que aclararse se ha enturbiado. Aún y así, suponiendo que PP y Ciudadanos alcanzaran un acuerdo en Torrevieja, la formación naranja tiene ciertos -por no decir muchos y graves- problemas en la Ciudad de la Sal para controlar y ordenar a sus dos concejalas-llave para que se pongan de acuerdo y voten lo mismo: Pilar Gómez Magán y Paqui Parra, quienes han pasado del amor al odio, acusándose mutuamente de irregularidades dentro del partido e intentado la salida de la otra como única solución al conflicto que hace mucho que no tiene nada de larvado.

A pesar de ello, la primera se hizo con las riendas de la formación -aunque sólo por tres votos- lo que da idea de cuan frágil es su gobierno mientras Parra, en cambio, es la que percibe la nómina del grupo. Y eso es algo que no es de extrañar porque en Orihuela, por ejemplo, Bascuñana puso sueldo a los tres ediles de C's pese a que son oposición y en la Diputación tanto o más ha pasado entre César Sánchez y Fernando Sepulcre).

Por si fuera poco, buena parte de la agrupación de Ciudadanos en Torrevieja está controlada por una exPP, Rosario Soler, a la sazón hermana del portavoz de APTCe, Domingo Soler, quien fuera alto cargo provincial de los populares hasta hace mandato y medio cuando sus desavenencias con el entonces alcalde torrevejense, Pedro Ángel Hernández Mateo, le hicieron sumarse a esa larga lista de ángeles caídos del PP, algo similar a lo que ocurrió también al responsable provincial de Ciudadanos, el ilicitano Emigdio Tormo. Este, por cierto, no negó las conversaciones fluidas sin detenerse a explicar sin son para lo que se supone que son.

Si aún y así el PP y Ciudadanos consiguiera un pacto saltándose estos escollos, con una formación naranja que parece funciona sin criterio, lo que tanto ha decepcionado en este arranque de mandato, todavía queda la traca final: una moción de censura que tiene que votarse y para ello la mesa de edad de Torrevieja estaría formada por PSOE (Domingo Pérez, como edil de más edad) e IU (Víctor Fernández, el más joven). Y a nadie extrañaría que se repitiera la que ya se podría llamar como «Doctrina Orihuela», la que evitó el 3 de enero de 2013 que Pepa Ferrando (PP) recuperara la vara de mando pese a sumar 14 de los 25 sufragios tras la negativa del que era presidente, Bob Houliston (CLr-Claro) a votarla alegando que dos de los ediles que la apoyaban habían sido expulsados días antes por él de la coalición CLr-Claro como antes le habían hecho a él del grupo municipal (vamos política donde priman los intereses de los ciudadanos). Y, pese a que se recurrió por los tribunales, no se ha declarado ilegal aquello. Más bien todo lo contrario y, ¿quién dice que no puede suceder lo mismo?.

Aun y así el exalcalde Dolón sigue mirando en los plenos a José Manuel Dolón, empuñando la vara de mando que durante cuatro años llevó él y, aunque semana sí, semana no, el ecologista destapa alguna supuesta irregularidad en la gestión de su predecesor -que no será tan grave cuando, aficionado como era de irse al juzgado, aún no ha llevado ninguna-, lo cierto y verdad es que este cuadro de un pentapartito en minoría tiene pocos visos de moverse lo que resta de mandato, al menos por esta parte porque igual las costuras saltan por Sueña Torrevieja, que se ha convertido en una pesadilla porque, al fin y al cabo, política es política. ¿O no?.