Para ganar un juicio tres cosas se necesitan: Tener la razón, saber exponerla y que el tribunal quiera dártela. Esta valoración suele utilizarla un buen amigo de los que cuando hablo con él siempre aprendo algo. Me ha venido al pelo este dicho ante el brete o papelón en la que va enredada la Justicia española con el caso de la Infanta Cristina, la que ha dado nombre al Palacio de los Deportes de Torrevieja durante más de quince años por la gracia y las narices del exalcalde de la ciudad Pedro Ángel Hernández Mateo (Partido Popular).

La posible implicación de la hermana del Rey en el caso Nóos ha generado actitudes aparentemente irracionales. Para empezar, el presidente en funciones Mariano Rajoy ya anunció hace dos años que saldría bien parada de esta historia.

Sorprenden en el proceso las posturas de los acusadores. La Fiscalía casi siempre acusa pero, en esta ocasión, defiende a la procesada. Por su parte, el abogado del Estado, defensor de los intereses ciudadanos, tampoco ve responsabilidades en la esposa de Iñaki Urdangarín. Resumiendo: La única acusación de una posible connivencia entre los exduques de Palma, la mantiene Manos Blancas, un sindicato que igual sirve para un roto que para un «descosío». Mientras, Francisco Camps y Rita Barberá han salido de rositas. No entiendo nada: Que me lo expliquen.

De toda esta historia y sus flecos me quedo con lo más positivo. Se ha abierto una rendija y los familiares de los Borbones ya no serán, a partir de ahora, solamente responsables de «sus actos y hechas» ante Dios y la historia -a modo de monarcas-. Para sus descendientes directos se han abierto las puertas de las audiencias. Algo es algo.

Tuvo sus pelendengues lo del bautismo del Palacio de los Deportes. Personalmente no soy muy dado a ondear banderas (para mí, pingos) o quitarme la gorra con el emblema republicano,que es el más cercano a mis entretelas. Pero me descubrí y la enarbolé cuando la Infanta no apareció a presidir a la inauguración de estas obras.

Ocurrió que la Casa Real, consecuente con su protocolo, al no haberse tomado el acuerdo de la denominación unánimemente, hizo mutis por el foro. Hernández Mateo, persona de las que arrancan y no viran (como dicen las gentes del mar), cuando -como casi siempre- marginó a la oposición en este caso, emuló al recordado Juanico «El Tonto» y dijo aquello de: «Mis cojones por el sol; y la langosta, a hacer leches». Para evitar, o atenuar el ridículo, de tan sonada ausencia real después de tanto anunciarla, desde el Ayuntamiento se dijo que el embarazo de la egregia dama la había impedido viajar. Unos días después se desplazó a Japón para ver jugar a su esposo al balonmano con la Selección Española.

La dilatada trayectoria política del actual alcalde, José Manuel Dolón García (Los Verdes), ha estado caracterizada por su acierto a la hora de marcar sus tiempos políticos. Muestra de ello ha sido el elegir precisamente la semana que acaba para hacer efectiva la anunciada determinación municipal de eliminar del Palacio el rótulo de Infanta Cristina (comillas incluidas). Por estos lares y durante el mandato del Partido Popular en el Consistorio algunas personas han disfrutado lo suyo ante las diversas distinciones otorgadas a voleo por un alcalde que se consideraba todopoderoso y sempiterno.

Les ha bastado dejar trascurrir el tiempo para ver en qué han quedado el distinguidor -el que decidía a quién le daban el reconocimiento- y los Hijos Adoptivos de la ciudad: Federico Trillo o Francisco Camps, nombramientos realizados en su día con nocturnidad y alevosía y cuando más fuertes arreciaban las criticas contra ambos personajes.

Y a nivel local no digamos nada. En lugar de meter a algunos de los distinguidos en la calle en la cárcel -entre otras cosas por ladrones- les han puesto hasta vías con sus nombres. Que instrucción de pueblo.