Un completo set de tocador de 32 piezas, o lo que es lo mismo: un peine de 32 púas; la sospechosa venta de cada uno de los arcos del acueducto de Segovia, eso sí, con el aire que contienen el arco de regalo; o la sospechosa ganga de vender duros a cuatro pesetas. Estos son tan solo algunos de los productos estrella de «Ramonet», el creador del concurso de charlatanes de Orihuela, que consiguió revitalizar las fiestas del barrio de San Antón hace ya 33 años. El espíritu del concurso no es más que sacar a relucir las buenas dotes de estos charlatanes, vendedores capaces de despertar el interés de sus clientes por simples que sean sus productos. Incluso el mencionado peine de 32 púas.

La popularidad de este concurso, junto con el talento de su creador, le llevó a pasear la cita por incontables puntos de la geografía española, así como a protagonizar intervenciones televisivas en los mayores formatos de la pequeña pantalla, como lo fue en su día el popular concurso «Un dos tres». La Plaza Mayor de Madrid, completamente abarrotada, acogió también hace décadas una de estas reuniones de charlatanes organizadas por un hombre que, allá donde iba, «recordaba a su Orihuelica del señor», lo que lo convirtió en todo un embajador de la ciudad, pues en sus intervenciones quedaba bien claro que, Ramonet, era oriolano.

Muchos aún lo recuerdan vendiendo mantas en el puente de su ciudad natal, con ese desparpajo, alegría y sofisticadas «técnicas de márketing» que al final se reducen en la simple y a la vez costosa tarea de atraer la atención del público y lograr sacarle una sonrisa. Y algunos euros, claro.

Tras un año de parón del certamen, que este año debería celebrar su 34 edición, el XXXIII Concurso Internacional de Charlatanes vuelve esta mañana, a las 12 horas, a la Plaza de Ramonet, nombre que adquirió este espacio del barrio de San Antón en homenaje a su creador. Él mismo descubrió la placa que aún hoy da nombre al enclave. Tras el homenaje que se le realizó en 2008, tras su fallecimiento, Orihuela vulve a homenajear hoy su figura.

Su hijo, Hugo Gabín, cogió las riendas del concurso desde que su padre enfermó, y hasta hoy, con la única excepción del año pasado, cuando no se celebró. Recibió propuestas de Xixona y otras ciudades de distintas partes de España para llevarse hasta allí este concurso, pero Gabín lo tienen claro: «esto es una cosa de Orihuela y para Orihuela, y es aquí donde tiene que estar». Una tarea, la de la permanencia en el tiempo del concurso, que no es nada fácil porque «cada vez hay menos charlatanes, es algo que se ve perdiendo», por lo que una de sus prioridades es mantenerlo vivo, sobre todo «en honor a la memoria de mi padre».

Ésta será homenajeada hoy con la intervención de seis charlatanes que ofrecerán al público «productos de todo tipo y para todos los gustos», y promete sorpresas. «Uno de los charlatanes me ha dicho que va a hacer algo que no ha hecho nunca antes y que va a ser espectacular», promete.

El resto de actos de las fiestas de San Antón pasan por la tradicional miso y bendición de los animales, a partir de las 12.30 horas en la iglesia del barrio.