La pequeña montaña de lodo en el cauce del río Segura no la sufrieron ayer solamente los vecinos del entorno y los viandantes a su paso por la zona. Uno de los muchos patos que nada habitualmente por las agua del Segura, quedó atrapado por los lodos, lo que dificultó, y no poco, su vuelta al nado. Las consecuencias, pues, pasan más allá de la estética o los problemas de olores y salubridad que puedan generar la acumulación de basuras.