Quizá no sea sólo cuestión de inversiones millonarias ni ayudas europeas mantener el patrimonio de la ciudad, al menos aquel que depende en exclusiva del propio Ayuntamiento de Orihuela. El Palacio de Rubalcava, con un trabajo callado pero firme, podría acabar con cristaleras rotas, palmeras muertas por el picudo rojo o un jardín descuidado... y eso sin tener que entrar a su interior para comprobar su estado porque eso es un problema mucho más profundo.