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Orihuela

Nuevos pobres de traje y corbata

Cáritas advierte de que la precariedad laboral crea usuarios que tienen empleo con baja remuneración

Nuevos pobres de traje y corbata

«El perfil del pobre ha cambiado. Ya no hablamos de vagabundos, gente sin techo o con problemas, que también los hay, sino que en los últimos años han proliferado el número de usuarios que, pese a tener un trabajo y un techo donde vivir, la precariedad laboral y los bajos salarios originan que tan solo tengan para pagar la hipoteca, la luz y el agua pero que no les quede ni para comer, vestirse, o cuidar a sus hijosno les quede ni para comer, vestirse, o cuidar a sus hijos». Así lo asegura Ana Lucas, directora de Cáritas Orihuela, quien se indigna cada vez que «escucho a los políticos hablar de recuperación, y me dan ganas de bajarlos a la tierra y que vean la realidad de la sociedad en la que vivimos». La entidad sufre la crisis en primera persona, con un 8% menos de socios que el año pasado y un 40% menos de recaudación a través de las aportaciones de los fieles en las iglesias, mientras que el número de atenciones sigue igual.

Los datos hablan por sí solos. La casa de acogida de Cáritas en Orihuela ha dado techo a cerca de 500 personas en 2015. Además, la entidad mantiene el mismo número de usuarios a los que semanalmente debe prestar alimentos, ropa, o algún otro tipo de ayuda económica para poder salir adelante. «Se me viene a la cabeza el caso de un banquero que pasó del mundo de las finanzas a no tener a dónde ir al quedarse sin trabajo y que vino a la zona a intentar buscarse la vida». Del traje y corbata, a no tener dónde vivir. Las once camas con las que cuenta la casa de acogida se quedan cortas en muchas ocasiones ante la elevada demanda, por lo que el gran número de pernoctaciones en un año se debe a que en la mayoría de los casos tan solo da cobijo de forma provisional hasta encontrar una solución.

«Promoción de la persona»

La búsqueda de soluciones es precisamente el objetivo de la formación, pues esto es mucho más que un centro donde repartimos comida y damos refugio, aquí lo importante es conseguir la promoción de la persona para darle una vida mejor». Para ello, la casa de acogida organiza a diario cursos de inglés, de informática, de alfabetización, o jardinería, que se completan con otros talleres de manualidades. Todo ello para formar a los distintos usuarios para facilitarles la obtención de empleo, pues el centro también cuenta con una pequeña bolsa de trabajo que consiguió una ocupación para el 15% de los empleados.

Estas actividades se realizan gracias a la colaboración de los voluntarios, pues de las cerca de 50 personas que trabajan en el centro, «sólo dos cobran, y son los encargados de las cuentas y los de gestionar las subvenciones», asegura. El resto de servicios, como el de psicología o las clases, corren a manos de voluntarios, que en ocasiones son usuarios que se ayudan entre sí, como el caso del servicio de ropaje, uno de los más demandados y en los que «los usuarios que tenemos se encargan de su gestión a cambio de que les demos ropa». Todo un trabajo en equipo que convierte a Cáritas «en una gran familia».

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