El pertinaz y potente anticiclón acampado aquí piensa quedarse por un tiempo. Con esta situación meteorológica las aguas del mar se alejan de la costa, se producen las «bajas o secas de enero». A las altas presiones se ha unido este año... la presión de la campaña electoral.

Hubo un tiempo en el que en los meses de diciembre y enero, los vecinos de Torrevieja, aprovechando la retirada del mar se acercaban al litoral a «marisquear», es decir, coger lapas, «crancos y pelúas», caracolas, erizos de mar, y pulpos.

Ahora, de toda esta fauna costera apenas se encuentran ejemplares. De la playa de Los Locos han desaparecido los erizos. En el año 1986, tras la construcción allí de un espigón el primer temporal de viento de levante cubrió de desprevenidos erizos toda la playa. Cambiaron de sopetón las corrientes marinas y acabaron con el hábitat de este manjar.

El brutal y todavía no del todo digerido crecimiento demográfico, ha convertido este pueblo en ciudad, por su número de sus habitantes. Al multiplicarse por mil la cifra de vecinos, todo lo que se puede coger escasea. Después de llover, sales al campo que queda sin edificar a buscar caracoles y te encuentras como en una romería. Todo lleno de «chanes» a la captura de estos moluscos en vias de extinción en nuestro entorno. Otro tanto pasa con la pesca deportiva. Durante los plenilunios de la primavera y el verano te embarcas a pescar el «mabre» y la mar parece una verbena por las luces de las embarcaciones. Los olivos, garroferos o higueras, ornamentales, o desperdigadas por el termino municipal y alrededores, no llegan a ofrecer sus cosechas: Se las llevan antes de madurar. Este panorama del «todo gratis» ha calado hondo en la realidad multicultural del vecindario hasta el punto de relacionar, hasta hace bien poco, el estampido de los cohetes con celebraciones gastronómicas gratuitas.

Así convocados por la cohetería, el chanerío bajaba desde los cuatro puntos cardinales, cuchara y tenedor en riste camino del centro urbano para sumarse a los alboroques a «pajera» abierta.

Esta feligresía debe haber andado durante las fiestas patronales desorientada. Solamente hubo cohetería en la procesión de La Purísima. A pesar de ello ha reinado el bullicio y la alegría a raudales. A la edil de Fiestas, África Celdrán, a la que le cae todo encima, le han caído hasta las cañas de los cohetes no disparados. Que alguien asesore a esta mujer cuya buena voluntad no está en entredicho. Para jolgorio y requetecampaña el concurso de paellas. Llegó Margallo trajeado al recinto, con su escolta, flanqueado por Joaquín Albaladejo y Eduardo Dolón. Se cambió de ropa el ministro en los aseos de la lonja donde quien le abrió la puerta fue interpelado por uno de sus «gorilas» el cual le pregunto por el motivo de su presencia allí. Fue a Paco «El Matero» pescador de reconocido carácter quien respondió: «Yo me encuentro en mi casa, sois vosotros quienes tenéis que dar explicaciones por estar aquí» .

El cabeza de lista del PP, ya vestido de sport, cató paellas y los gazpachos cocinados por «El rulo». Y a todo esto con los cantares de la «murga», «Los cachondos» el que hacía de Papa me dio su reconfortante bendición. Le estoy altamente agradecido. Buena gente esta que sigue pisando fuerte en las fiestas, donde han irrumpido con gracia y descaro, recordándome a otra murga, la del «Tío Peperrín».

Fue prohibida en aquellos años tenebrosos de la Dictadura. Cuando las gentes del Peperrín recuperaron la calle lo hicieron cantando aquello de: «Si Valencia tiene fallas y Pamplona San Fermín por qué coño el Ayuntamiento no quiere a la murga del Peperrín». Posible lector: Me temo que este tipo de historias ni les van ni le vienen. Ocurre que estoy empachao con la campaña electoral. Y eso que no la sigo, y menos por TV.