Trinidad Hernández era más conocida en San Fulgencio por su hermano Alberto que por ella. Él fue durante toda su vida el sacristán de la parroquia. A sus 83 años, vivía, según el Ayuntamiento, de una pensión no contributiva y recibía visitas periódicas de la Concejalía de Bienestar Social. De pequeña complexión, su cuerpo enjuto, boca abajo y sobre una mesa, pudo hacer pensar el martes a la Guardia Civil que a esa mujer le había llegado su hora como a tantas otras personas mayores que viven solas, pero las pruebas decían lo contrario y ahora buscan a un «ladrón de pobres».

Hace veinte años quedó viuda. Sin hijos, en 2007 se pagó un nicho y se preparó para la hora del adiós sin dejar deudas. La familia aseguraba ayer que la mujer no recibía ayuda social porque no las necesitabas y rebatía la versión municipal. En cambio al alcalde, Carlos Ramírez (Partido Popular), se le notaba muy afectado y decía: «Esta mañana ha venido un sobrino, hijo de una hermana que vive en Alicante, para hacerse cargo. En cualquier caso, aquí está el Ayuntamiento para lo que haga falta». Trini, como todos la conocían, vivía en una casa con paredes casi de papel que el Ayuntamiento le cedió tras una rehabilitación del edificio que antaño albergó al Matadero Municipal, pero «aquello no tenía muchas condiciones», admite Ramírez.

No hacía ruido ni levantaba polvo y todos la conocían como «la hermana de Alberto», él sí fue una persona muy popular que, al fallecer le dejó, o al menos eso es lo que cuentan, varias piezas de oro porque «había tenido joyería» Hace un mes Trini se encontró con un vecino y le contó que le habían robado: «No me han dejado ni pendientes», resumió.

Una de las personas que más ha sabido de ella los últimos años es Pura «La Mancha», la propietaria de un bar próximo a su casa a las afueras de San Fulgencio, quien se encargaba de que a aquella mujer nunca le faltara una sonrisa, algo de compañía y conversación. Dos días sin verla la alertó y notificó su desaparición. Dio aviso a la Policía y ésta a la Guardia Civil que, con un mandamiento judicial, entró a la vivienda.

El golpe que la mujer presentaba en la cabeza no hizo pensar desde el primer momento que podría tratarse de una muerte violenta, pero sí el hecho de que una buena parte de los cajones estuvieran abiertos y revueltos. La Guardia Civil sólo ha hecho que comenzar las investigaciones y no descarta buscar a un ladrón que repitió por segunda vez en la casa de una persona con muy pocos recursos. Hoy está previsto el sepelio por Trini, a la que nadie podrá olvidar.