Sabéis quién es Geppetto, verdad?. Para aquellos que no lo sepan diré que es un personaje -carpintero por más señas- del cuento «Las aventuras de Pinocho», que escribió Carlo Colladi. Hablamos de una persona mayor que no puede tener hijos por lo que fabrica uno de madera, a quien un hada dio vida, pero con la «condición» de que cuando mintiese le crecería la nariz. Geppetto representa al padre adoptivo, bondadoso y amoroso. Pero, en la historia hay un tercer personaje de especial relevancia, Pepito Grillo, que es como la conciencia de Pinocho; le aconseja, le dice lo que tiene que hacer en un momento determinado, sobre todo ante situaciones complicadas y comprometidas. Pero Pinocho no le hace caso a nadie y se pasa por el arco del triunfo lo que le diga Pepito Grillo, ya que es una especie de «verso suelto». El «muchacho de madera» sólo tiene -como es de suponer- serrín en la sesera por lo que, una y otra vez, se mete en charcos de los que es difícil salir sin un rasguño por no decir un trasquilón «mu» gordo.

Erasmo de Rotterdam dijo que «una buena parte del arte de hablar consiste en mentir con gracia», pero para eso hay que nacer con gracia, aunque dicen que «más vale caer en gracia que ser gracioso», pero, en el caso que nos ocupa, no le veo la gracia por ninguna parte, a no ser que se tenga donde las avispas el aguijón, porque, además, no se ha sabido ni mentir, ni siquiera sin gracia. Lo que está por ver es quiénes son Geppetto y Pepito Grillo, porque Pinocho, en este cuento de política-ficción, parece que está claro y, más que gracia para mentir, lo que ha hecho ha sido un alarde de insensibilidad.

Sabéis que soy, como Manolo, mi padre, muy refranero y una de estas «sentensias» populares, basadas en hechos reales -como algunas películas-, viene «al pelo».

«El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras». Lo reconozco, soy esclavo de las mías -las palabras- y muchas veces, pero muchas, he metido la gamba y la seguiré metiendo, porque parece que, aunque me cuido menos que un guerrillero en la selva del Amazonas, todavía me queda cuerda en el reloj biológico para desgracia de algunos o de muchos -¡vaya usted a saber!-, cosa que tampoco me preocupa, lo mismo que lo que piensen de mí, ya que, como asegura mi hermana, siempre he dicho lo que me ha salido de los «bembembes», lo que me ha costado algún que otro contratiempo personal y profesional. Lo que pasa es que lo que yo haya podido hacer -¡y he hecho muchas «hechas», como dicen en Torrevieja!- no ha tenido -creo- repercusión para colectivos necesitados de atención específica, aunque alguno de vosotros, seguro, estará mascullando por lo «bajini»: ¡a mí me has jodido, cabronazo!. Pues, ¡lo siento, hermano!.

¡Bueno, vamos a ver!, ¿no habíamos «quedao» en que lo de Dinoco estaba «arreglao»?. Quiero recordar -¡y recuerdo!- que don Emilio, el «doctorsito» para «sus amigos», dijo algo así como lo que vociferaba Escarlata O'hara en «Lo que el viento se llevó». La «piva», mirando a un cielo más «colorao» que el culo de un mandril, dijo «A Dios pongo por testigo de que nunca más pasaré hambre», pero hay otra frase en la misma «peli» que tampoco es moco de pavo. Mirad: «Hoy estoy cansada para pensar; ya pensaré mañana». Y eso es lo que, parafraseando a la Vivien Leigh -la señorita Escarlata, que decía la mami negra del film- parece que se cuece en el Palacio del Marqués de Arneva, que están cansados para pensar y que -en cuestión de condumio- ¡ande yo caliente y ríase la gente! o ¡dame pan y dime? (poned lo que queráis).

Resulta que, mientras que los de Recicla Alicante recaudan 1.800 pavos y los donan a Dinoco, en la Casona de la Esquina del Pavo se pasan la pelota unos a otros, eludiendo responsabilidades y ya se acumulan cuatro recibos impagados a un colectivo de padres que no sabe qué coño va a pasar con el Servicio de Atención Temprana de Orihuela a partir del 1 de enero. La Ley de Leyes, la Constitución, nos reconoce una serie de cuestiones, pero en Oleza todo es diferente, como en Catalunya. Claro, luego pasa lo que pasa, que nos pilla el «carrico» del helado y nos crece la nariz, como a Pinocho. Pepito Grillo, sea quien sea, parece que, como las musas de Serrat, está de vacaciones desde hace tiempo, mientras que Geppetto se tira de los pelos viendo como «su hijo» hace lo que le pasa por el forro con la impunidad de quien cree tener mando en plaza, aunque en realidad, lo que tiene es al personal más cabreao que los escarabajos que se han «cargao» los pinos de la sierra. ¡Interventor, mira a ver tú si eso, pero sin reparos; no jodas!. ¡Ala!. ¡Pues no que dicen algunos que no viven en Palacio y que no se les avisa a tiempo para ir a las comisiones!. ¡Cobrando lo que cobran yo voy hasta de rodillas e incluso monto una tienda de «suvenires» en el «hall» de la Casona para ganarme un sobresueldo!.