Al alba, cuando bajé a la playa de Los Locos, Antonio Chazarra Pacheco ya había terminado de peinar con esmero y primor (como casi todos los días) la dorada arena. Me senté en ella junto al espigón y empecé a trajinarla. Con la «culasera» de los pantalones casi mojadas de la humedad, me «espolso» antes de subir al coche los ínfimos granos incrustados en la ropa. Rumbo al muelle caigo en la cuenta: El día que acaba de comenzar es el de Santa Bárbara. Durante años fue festivo local, cuando las salinas estaban encuadradas en el sector minero. Los salineros actualmente no tienen ni a quién encomendarse.

Ya a la «bora» del mar, aunque separado del cantil del muelle (gato «escaldao» del agua fría huye) felicito las fiestas a Manuel Juarez Sala (hijo del «Culo Pelao») y a su tripulación haciéndola extensiva a todo el sector de la pesca de cerco para el cual deseo ventura y gloriosas pesqueras de cara a 2016.

Adiós al boquerón y la sardina fresca de los litorales de Alicante y Murcia. La flota pesquera entró en el paro biológico el sábado y no volverá a faenar hasta la noche del Día de Reyes. Hasta entonces ya no volveré a ir a la lonja por la mañana. Además, está en obras. Atruena un compresor cuando hablo por teléfono con el edil y candidato número tres a las Cortes Generales por el PP Joaquín Albaladejo, el de alquileres «Juana». Le deseo, como a le desearía a cualquier otro torrevejenses, mucha suerte. Otra cosa es que uno no crea en la suerte, a no ser a la hora de comprar un cupón de la ONCE a pesar de que en mi vida me ha tocado. Además, apenas juego. Respecto a Joaquín, espero que le vaya bien.

Caigo entonces en la cuenta que ha comenzado oficialmente la campaña electoral. Debe de ser muy excitante para quienes aspiran al Congreso y al Senado en estas atípicas elecciones por el incierto resultado de las urnas, y donde, curiosamente, a nivel personal y por primera vez en este tipo de comicios, tan sólo me suena a nivel provincial el nombre García Margallo y conozco porque es de este pueblo a Albaladejo.

En esto, tomándome un café donde Pablo, el del bar El Duende pasa un conocido y se pone a desbarrar contra los políticos afirmado que todos son unos corruptos. Le expongo que, efectivamente, existen políticos ladrones, aunque mantengo que ya no eran (por lo que conozco) trigo limpio antes de entrar en política y que, a pesar de los pesares, los partidos y los sindicatos son necesarios. El circunstancial conversador se va manteniendo su argumento.

Llega otra persona. Comenta que la gente de la Iglesia anda difundiendo jesuíticamente que el Ayuntamiento no ha colocado las bombillas de otros años contorneando la fachada del templo de la Inmaculada. Le respondo «A Dios, lo que es de Dios y al César lo que es del César». Otro que se me va con el rabo «enroscao». Un amigo se sienta por fin y acepta un café. Se pone a cuestionar que algunos de los pensionistas que el otro día salieron reclamando la organización de más talleres recreativos para este amplio colectivo son los que venían cobrando por impartirlos. Le informo que cuando uno es pensionista o se jubila si trabaja debe de hacerlo gratis. Si quiere cobrar es imprescindible renunciar a su pensión. Nos despedimos. Entro en la delegación, me tiro al suelo y quito restos de arena, y me pongo a escribir esta columna que acabo. Antes de terminarla llega uno y me dice: « La arena no me molesta pero aquí hay arena»...