Orihuela despedió ayer tarde a Francisco García Ortuño,de 66 años, su primer alcalde en Democracia, quien tuvo la vara de mando tres años y «puso la semilla para dejar a su paso una Orihuela más bonita y democrática», tal y como destacó ayer en su homilía José Luis Satorre, párroco de la Iglesia de las Santas Justa y Rufina.

Familiares, amigos y concejales, tanto de ahora como de las anteriores corporaciones, pasaron durante todo el día de ayer por el Tanatorio para despedir al exalcalde entre recuerdos y anécdotas. Su ingenio, su perspicacia y sus réplicas figuraban en todas las conversaciones de los oriolanos que no quisieron perder la oportunidad de despedirlo.

La capilla del Tanatorio Vega Baja se quedó pequeña para albergar a todos los asistentes a los que Satorre invitó a recordar a García Ortuño, «no en la decadencia provocada por su enfermedad, sino por la juventud, la ilusión y las ganas de trabajar» con las que llegó a la Corporación y que será por lo que la sociedad de la ciudad lo recordará siempre. «Él fue quien dejó la semilla de todo lo que vendría detrás, quedémonos con la vida que pasó con todos los oriolanos, con sus virtudes y defectos, que como todo ser humano tuvo, pero que marcó una etapa importante en la historia», apuntó Satorre.

El párroco quiso compartir con los asistentes algunos de sus recuerdos al lado del exalcalde, como «aquél sermón del Pájaro Oriol que oficié a su lado y donde comprobé su ilusión, su esperanza y sus ganas de servir a su ciudad». Precisamente para recordar esa etapa al frente del consistorio, acudieron al sepelio alguno de los compañeros que estuvieron con él en aquella aventura, como Manuel Mateo, quien fuera su primer teniente alcalde o Inmaculada Vinal, quien también pasó a la historia de la política oriolana por convertirse en la primera mujer que fue pedánea en la localidad, así como Teresa García, quien fuera también concejal de UCD en aquella lista. Funcionarios municipales o personas que trabajaron con él codo con codo, como Elías Cortés, quien fuera comisario de la Policía Nacional, también acudieron a dar su pésame a la familia y a despedir a quien fuera compañero de «batalla durante muchos años al frente del Ayuntamiento». Tampoco faltaron los amigos y familiares que no dudaron en dejar una dedicatoria en el libro de firmas instalado para la ocasión. Algunos decían adiós a un «genio y figura», como rezaba una de las dedicatorias.

Tras la eucaristía de despedida, la familia, en privado, despidió el cuerpo de Francisco García Ortuño, que fue incinerado en el tanatorio de Orihuela, una despedida que fue solo simbólica, pues el nombre del exalcalde «permanecerá siempre en la memoria de todos los oriolanos y en los libros de historia, y lo hará otorgándole el cariño y la pasión con la que trabajó por una ciudad a la que siempre quiso», apuntó ayer uno de sus seres queridos.