En tiempos de crisis debemos ahorrar. Esta es la única propuesta hecha por nuestros regidores para la solución de la reapertura del paso hacia esta emblemática pedanía oriolana, incluso después de la recogida de ideas ciudadanas, para encontrar alguna otra alternativa que ahorre a nuestros munícipes tener que pensar para ver qué hacer con este espinoso asunto.

Si para ahorrar se hubieran pedido ideas estoy seguro que este adormecido pueblo les habría dado muchas y muy sustanciosas pero, claro, decir ahorrar puede llegar a parecer una idea aceptable y hasta positiva, si no estuviéramos viendo que a la hora de disponer y administrar los dineros públicos se actúa con bastante despreocupación salvo, eso sí, en lo que corresponde a sus activos particulares.

Viene a mi memoria un comentario hecho hace años por un presidente del Casino oriolano cuando se empezó a cerrar en agosto por las vacaciones.

El presidente de entonces comentó en algunos círculos que cerrando el Casino durante ese mes se ahorraba un millón de pesetas. Al comentarse este alegato en mi tertulia, mi amigo Pepe (ciudadano muy agudo), comentó: «¡Pues ya está! Lo cierran VEINTE MESES y todos los socios se hacen millonarios»; claro que sin caer que alguien tendría que pagar. Llegados a este punto uno se pregunta: ¿Ahorrar, para qué?, para contratar más asesores sin ideas, para otros asesores que asesoren a los que antes eran asesores o para limpiar más el Ayuntamiento.

Ahora que digo de limpiar y de crisis recuerdo un cuentecico que en tono de sorna, expuso uno de mis contertulios, el cual decía: Hubo una ocasión en que reunidos varios responsables de un Ayuntamiento, en el transcurso de una grave crisis económica, solicitaron ideas para ahorrar: El concejal de Parques dijo: «Si apagamos una de cada dos bombillas, podemos ahorrar un 50%»; el de Fiestas exponía: «Si a las procesiones mandamos solo media banda, también podemos ahorrar»; el de Policía ofrecía: «Si los policías patrullan de uno en uno en vez de en parejas, también tenemos un buen ahorro» y el de la Limpieza argüía: «Como hay cuatro mujeres para limpiar el Ayuntamiento, si dejamos solo dos también se ahorraría un montón»; a lo que el de la Policía argumentó: «Fijaos compañeros, que entonces el Ayuntamiento estaría muy sucio».

«¡No te preocupes por eso! -dijo a coro el resto-, que ya nos ocuparemos nosotros de "limpiarlo».

Maldita crisis, que multiplica por dos lo prescindible, pero intenta incomunicar a los ciudadanos hasta aburrirlos; luego manifestación tras manifestación hasta el olvido definitivo.

Fijaos vecinos de Correntías los años que llevamos con el Centro de Salud del Rabaloche en barracones, armaos de paciencia que para nuestros políticos no valen razones, solo les valen la suyas.