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Torrevieja

Improvisado cementerio animal

Los aledaños del parque natural en La Mata y otras dos zonas de las lagunas, se convierten en espacios para dar sepultura a perros y gatos. El Ayuntamiento alerta los riesgos de una práctica ilegal

Improvisado cementerio animal

«Nela», «Barrabús», «Nemo», «Lucas». Con cruces, peluches, monumentos funerarios, lemas, flores de plástico. Epitafios de recuerdo. De forma espontánea han aparecido en Torrevieja varios espacios donde se da sepultura a perros y gatos que han acompañado durante años a sus dueños. Todas demuestran un gran respeto y cariño por los animales, pero esta práctica no regulada, que lleva a «sus familias» a enterrarlos en solares, jardines particulares o a arrojarlos en la basura, puede convertirse en un problema de sanidad pública. Pero hay muy pocos espacios preparados para este uso en España. Llevar el cuerpo de tu mascota hasta el veterinario para la incineración tiene un coste de unos 50 euros. De manera controlada se realizan incineraciones colectivas y no se entregan las cenizas del perro. Si se quieren recuperar en una urna el precio puede llegar a los 200 euros.

No es extraño que, de manera espontánea, el Parque Natural de Torrevieja y La Mata y sus aledaños se haya convertido en zona de enterramiento animal. Especialmente las inmediaciones del cementerio . Una última morada entre viñedos y pinos. A día de hoy se pueden contar una quincena de enterramientos recientes. Unos más discretos, con pequeño túmulo incluido. También los hay, más antiguos, en zona de del Limonar y La Siesta, junto a la servidumbre de la vía verde, muy cerca de la valla del Parque Natural y de la laguna de Torrevieja.

Riesgos sanitarios

La edil de Protección Animal de Torrevieja Carmen Morate (Los Verdes) advierte que es una práctica totalmente ilegal y que entraña riesgos sanitarios. Los cuerpos de los animales fallecidos, explica la concejal, son una fuente de contaminación tanto del suelo como de las aguas, y se pueden producir intoxicaciones de personas y animales. Además existe el peligro de que los cadáveres puedan ser desenterrados por carroñeros que propaguen infecciones y enfermedades. Esa prohibición, en teoría, rige para parcelas privadas.

Un empresario local planteó a mediados de la década pasada la propuesta de realizar una instalación preparada para este uso, dado el creciente interés de españoles y la tradición en este sentido de los residentes comunitarios por el cuidado de los animales. Habrá que retomarla.

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