Hace unos días se llevo a cabo el recuerdo-homenaje anual en el cementerio oriolano, sobre los fusilados republicanos por el Franquismo. Quiero destacar, que aquellos crímenes y alevosos delitos cometidos sin más soporte legal que el auspiciado por una Dictadura sobre personas y familias, no fueron solamente delitos de sangre por encima de las mas ignominiosas injusticias y sí que fueron los más graves pues al mismo tiempo les excluían de la sociedad y arruinaban a todas aquellas familias, expropiando y decomisando sus bienes, e infringiéndoles sanciones y multas por las fiscalías de tasas y otras autoridades, con amenazas de mandarlos a trabajos forzados si se declaraban insolventes.

Esto solo por ser «desafectos al régimen» y así pasó durante muchos años después que los sucesores de aquellos «desafectos» se vieron privados de las mínimas posibilidades para rehacer sus vidas al haber perdido sus progenitores el patrimonio familiar, viviendo además señalados y arruinados para muchos años, por ser hijos de? «desafectos».

En estos momentos la grandilocuente palabra robar es muy grave, pero se produce y se da la triste circunstancia que algunos de los descendientes de los que en la época que describo arriba tuvieron una vida muelle, estudiando en colegios de élite, bien alimentados, vestidos y cuidados, respetados y bien vistos por todos, con cargos y muy buenos sueldos, por haber pertenecido a familias que fueron afectas, no conformes con los tesoros de sus ventajas, caen en la tentación de agrandar su fortuna por medios y argucias retorcidas.

Tengo la seguridad de que la sociedad a la que pertenecen, disculpará su descuido, aduciendo: «¡Pobre chico, ha tenido un descuido!», pero su familia podrá comer y seguir viviendo una vida muelle y cómoda.

¿Se imaginan lo que habría pasado entonces, solo por ser de aquel color maldito, pensar diferente, o haber sido mandado al frente por el legítimo gobierno de la Nación a él y a toda su familia?