El gusto y el olfato, son dos sentidos relacionados entre sí, de ahí la importancia de su compenetración a la hora de realizar la cata. Sin embargo, estos dos sentidos pueden verse condicionados por el de la vista. Si vemos un vino muy oscuro, podemos pensar que está oxidado. Por tanto, y para que el catador no se vea condicionado antes de probar el producto, este se sirve en una copa negra, de forma que no pueda adivinarse ningún atributo del mismo.