Tanto los Juzgados como la Seguridad Social le han dado la razón al agente José Luis Huélamo. Había estado ejerciendo las funciones policiales -intercalando periodos de baja-, con una incapacidad que según la legislación inhabilita «por completo al trabajador para toda profesión u oficio». José Luis, policía municipal, sufría y sufre ataxia espinocerebelosa, grave enfermedad neuromuscular degenerativa que le fue diagnosticada en 2012. «Es prima hermana de la ELA, de la esclerosis lateral amiotrófica», puntualiza con una resignación producto de las dificultades de su día a día, un trastorno que se caracteriza por la progresiva falta de coordinación al caminar que a menudo se asocia con mala coordinación también de las manos, el habla y cualquier otro tipo de movimiento.
Pese a este diagnóstico que lo condena a una discapacidad irreversible, un día de febrero de 2014, la Jefatura de la Policía Local de Torrevieja envió a este agente a custodiar el arco de seguridad instalado en el acceso del Ayuntamiento. Y lo hubo de hacer José Luis asistido con un bastón para poder mantener el equilibrio de su propio cuerpo. La estampa de un agente de la autoridad moviéndose con dificultad por las dependencias municipales y valiéndose de una muleta para realizar un trabajo en la puerta principal del Ayuntamiento no pasó desapercibida. Su incapacidad para garantizar la seguridad, más que evidente resultaba de chiste. Fue entonces cuando explicó su caso. Denunció que tenía concedida la invalidez permanente parcial, que la legislación impedía que se le encomendara aquella labor -resultaba de lo más evidente que no podía desempeñarla con garantías-, y que a pesar de haber justificado ante las administraciones pertinentes su enfermedad, los mandos policiales se empeñaban en mantenerlo en activo desempeñando tareas que no podía realizar.
El periplo de José Luis y su particular lucha para que se le reconociera su grave discapacidad terminó casi un año después, en marzo de este 2015. La Seguridad Social y los juzgados le dieron la razón, y no solo en la condición de invalidez parcial permanente, sino en la de incapacidad permanente absoluta. El pasado mes de septiembre además, el agente fue indemnizado con 50.0000 euros del seguro de responsabilidad del Ayuntamiento. Una cantidad que le ayudará a sufragar los gastos del tratamiento experimental que para esta enfermedad seguirá en una clínica de Estados Unidos. «Hay que salir adelante. Tengo 38 años y dos niños pequeños», dice Huélamo. Y no le queda otra.
Desde la relativa tranquilidad que da saberse respaldado por la justicia, agradece la actuación del alcalde, José Manuel Dolón, y sigue considerando la situación en la Policía Local de Torrevieja como de «incomprensible», «una pescadilla que se muerde la cola» constante. Recuerda con incomodidad que después de divulgarse su situación en los medios de comunicación, el intendente principal de la Policía Local instó a Tráfico a retirarle esgrimiendo como argumento las dificultades de movilidad producidas por su enfermedad. Las mismas que sin embargo no eran obstáculo para que fuera el encargado de la seguridad en la entrada del Ayuntamiento. Tuvo que pasar un test de conducir y realizar el papeleo necesario para demostrar de nuevo su aptitud en la conducción de vehículos.
Señala José Luis que su caso, aún siendo llamativo, no es el único, y recuerda que a muchos otros compañeros no se les atiende cuando solicitan la segunda actividad por edad o enfermedad, y deben seguir trabajando en la calle pese a la merma de su condición física. Pero se ve que no acostumbra a mirar atrás. No pierde tiempo en buscar calificativos para la actitud de sus superiores. Se ve que no le gusta mirar atrás, y como si el tema no hubiera ido con él, comenta que «no tuvieron corazón». La Administración y la Justicia le han dado la razón.
