Lo que iba a ser una presentación de la última obra literaria de la popular periodista y corresponsal del Vaticano, Paloma Gómez Borrero, se convirtió ayer en una auténtica lección de historia a través de las propias vivencias de la cronista, dejando a un lado la biografía infantil sobre el Papa Francisco, y que fue lo que motivó su visita. A cambio, realizó un amplio recorrido histórico de su experiencia narrando en televisión los acontecimientos relacionados con el Vaticano, con experiencias y anécdotas muy cercanas que ayudaron a los presentes a conocer la parte más humana de los diferentes pontífices y la evolución de la Iglesia en los últimos años.

El cariño, e incluso la nostalgia de alguno de los recuerdos compartidos por López Borrego estuvieron presentes a lo largo de su discurso, donde hubo espacio, incluso, para trasladar a los asistentes vivencias personales, como la despedida del pontífice tras su muerte en el lugar donde también se despidieron los cardenales; o los chistes que corrían por los pasillos del Vaticano durante el mandado de Juan Pablo II, y que resumen los 104 viajes que realizó el Pontífice por todo el mundo, y a los que, por otra parte, también acudió la corresponsal. «¿En qué se parece Juan Pablo II a Dios? En que Dios está en todas partes y Juan Pablo lo estuvo».

La mayor parte del anecdotario se centró en un Papa que ha pasado a la historia como uno de los mejores valorados al frente de la Iglesia, pero también se deshizo en elogios con la labor de Benedicto XVI, quien «se vio obligado a renunciar» ante malas decisiones que no supo redirigir.

Del Papa Francisco, apuntó que es una gran «revolución» para la Iglesia, hasta el punto de que «para los que siempre la han visto de una forma determinada les puede causar estupor e incluso dudas, pero que se ha abierto» a la sociedad de hoy en día.