Puede pasar por una simple anécdota, pero no lo es. Desde hace muchos años cualquier intervención del público en ruegos y preguntas en el pleno de Torrevieja ha exigido que los protagonistas se acercaran donde se sientan los ediles, y que el alcalde de turno les diera paso. La principal excusa de anteriores gobiernos del PP era que el salón plenario, la casa de todos los torrevejenses, y el Ayuntamiento con 100 millones de presupuesto anual, carecía de este equipo inalámbrico. Se sabía que sí se utiliza para actos como las bodas civiles oficiadas por al alcaldes y concejales, mucho más agradecidas que sacarle los colores al primer edil de turno.

Ayer los responsables de sonorización estaban poniendo a punto el equipo de megafonía-el último pleno fue algo caótico en esta materia-. Y apareció el micrófono inalámbrico que desde hace doce años se guarda en un mueble perfectamente accesible a toda la Corporación y que funciona a las mil maravillas.

En realidad, el inconveniente de ceder ese micrófono a los sufridos vecinos que se cargan horas de debates, que en la mayoría de las ocasiones tocan muy de lejos sus problemas, es que una vez que les den la palabra, con el cabreo que acumulan cuando llegan al punto culminante, ya no lo suelten.

El sistema actual, que genera llamativas colas para acceder al micrófono de los ediles, permite al alcalde retirar la palabra cuando convenga. Algo en lo que era consumado experto Pedro Hernández, que solo dejaba intervenir a viva voz al público y cuando se cansaba levantaba la sesión. Las contundentes intervenciones de policías, empleados de las basuras y vecinos de urbanizaciones con servicios lamentables fue para Eduardo Dolón, mucho más tolerante que su antecesor, uno de sus mayores quebraderos de cabeza.

Los primeros cinco meses de este mandato no han cambiado el panorama, a pesar del cambio de gobierno, liderado por José Manuel Dolón -y que ya ha expulsado a dos vecinos del debate-. Ahora que se ha descubierto que existe el invento, habrá que comprobar si se anima. Técnicamente solo es cuestión de dos pilas.