Entiendo que los alumnos y profesores de tan emérita institución, hartos de una vida nómada, quieran una instalación propia, pero creo que los gobernantes deben pensar a largo plazo y evitar los gastos innecesarios. El IES Thader no tiene ningún inconveniente en compartir unas instalaciones, que precisan una urgente ampliación y modernización, si las autoridades políticas establecen, de una puñetera vez, un acuerdo que evite poner recursos propios para mantener la actividad de la escuela de adultos. Y, como se hace en estos casos, espera que el ahorro y la eficiencia que se deriva de la utilización del instituto se traduzcan en alguna mejora que redunde tanto en los chicos que cursan secundaria o bachiller como en quienes acuden por las tardes.

Este tipo de conflictos son los que exigen de la política toda su capacidad de proyección en el futuro y buenas dosis de diálogo e inteligencia, lo demás es pura administración y burocracia. Insisto en que estamos ante una tesitura donde transformar un problema en una oportunidad magnífica y realizar un proyecto emblemático para Orihuela y toda la comunidad educativa; pero, por las declaraciones que leo a la concejala, parece que todo se limita a cubrir el expediente y echar balones fuera.

¿Por qué no se intenta un proyecto integrador en el que participen todas las administraciones concernidas? No creo que sea tan complejo evaluar qué se necesita, qué gastos se generan y justificar que se remodele, amplíe y mejore un centro obsoleto, pequeño y disfuncional que está atendiendo a más de 1200 estudiantes en horarios de mañana y tarde. Hay suelo libre, existe la necesidad y contribuiría a mejorar la vida de toda la comunidad sin derroches indebidos.

Como le dije al alcalde, es una ocasión inmejorable para dotar de instalaciones deportivas suficientes, haciendo que el nuevo Thader sea un referente en la concepción de áreas urbanas. Esto evitaría duplicidades que suman, a los costes de construcción y suelo ocupado, los inherentes al mantenimiento; además reduce el poco aprovechamiento de espacios esenciales que pierden su uso durante muchas horas al día y demasiados meses al año, deteriorando la calidad de vida de la ciudad, fomentando el vandalismo y facilitando la proliferación, tan numerosa en Orihuela, de entornos degradados, de «no lugares», propicios para malas prácticas, suciedad y delincuencia.

Vivimos en un permanente día de la marmota, siempre son los mismos problemas, las mismas reclamaciones y los mismos lugares comunes. ¡Qué poca altura política demuestra esto!, somos un municipio paralizado, avejentado y sin esperanza.