Querida María Asunción Salinas, abogada y exconcejala, olvidó decir del PSOE del Ayuntamiento de Catral. Tengo que decirle que me sorprendió leer su opinión y su denuncia ante la acumulación de cargos por parte de dos representantes socialistas de la Vega Baja, poniendo en tela de juicio su capacidad para desempeñar bien su trabajo. Vaya por delante que estoy totalmente de acuerdo en su disertación, acumulando cargos podemos garantizar que la gestión dejará mucho que desear. Lo que me ha sorprendido es que venga de usted, que usted se sorprenda que Dios habita en la Vega Baja, cuando muchos socialistas de Catral y de esta comarca pensábamos que usted se codeaba con él.

Vayamos por partes, se presenta en su escrito de opinión en INFORMACIÓN como abogada y exconcejala de Catral, repito olvidó decir del partido socialista, al igual que olvida informar que bajo las siglas del PSOE también es exsecretaria general de la agrupación de Catral, exvocal de la ejecutiva provincial, exportavoz del equipo de gobierno, exportavoz de la agrupación catralense y exmienbro del comité nacional de Valencia y todo unido a que en el Ayuntamiento de nuestra localidad usted disfrutaba de media dedicación, lo que le permitía seguir con su trabajo de asesoría en su despacho, apenas a dos minutos del Ayuntamiento, curioso ¿no?. No deja de tener un cierto parecido a lo que usted denuncia.

También me sorprenden que usted le resulte triste pensar que hay políticos que, y cito, «tan sólo calientan sillones», cuando usted durante los ocho años que ha estado al frente del socialismo en Catral únicamente ha cosechado dos varapalos electorales (le recuerdo: 2007, 485votos un concejal; y 2011, 372 votos, un concejal) y una agrupación socialista cada vez más dividida, cada vez más alejada de sus órganos de gobierno y, aún así, jamas tuvo intención de abandonar el sillón de secretaria general que, por otro lado, le regalaron. Igualmente me asombra que se indigne con la idea de que un político tenga, y cito, «el ansia de poder, quedando los ciudadanos enterrados bajo la avaricia política», cuando usted misma durante las dos legislaturas al frente del PSOE en Catral, ha tenido como secretario de Organización a su marido. Y es ahora cuando entiende lo qué es la avaricia política, ¿creía que lo tenia claro?

La madre de una amiga de nuestro pueblo, llegando las fechas navideñas solía decir: «Alábate pavo que mañana te pelan» y me sirve para recordarle que a pesar de, según usted y según sus palabras, su magnifica gestión, de su preocupación por sus vecinos, de su empeño en cambiar las cosas en beneficio de la sociedad y de su dedicación exclusiva a los ciudadanos de Catral, repito, a pesar de todo, fue su propia ejecutiva la que dijo «no» a la candidatura que usted pretendía encabezar para las municipales. Consecuencia de aquellas votaciones fue que usted, libremente, decidió abandonar los cargos que le vinculaban al partido socialista; acto que le honra y que ahora le permite ver en los políticos errores y faltas que antes, cegada por el poder, era incapaz de ver. Aunque ahora, permítame que le diga, suenan como una pataleta, como una rabieta de alguien que al fin y a la postre desearía estar en el lugar de los que critica.

Para concluir decirle que, al contrario que a mí, espero no le sorprenda nada de lo que aquí he reflejado. Son hechos que ya hemos discutido año tras año en las asambleas que ha considerado convocar. Mi pretensión no es otra que los lectores de INFORMACIÓN tenga otro punto de vista para poder así emitir los juicios que consideren a la vez de hacerle ver que la respuesta que usted demanda en su escrito está más cerca de lo que imagina. Por otra parte indicarle que aquí lo dejo, aparco el tema de su gestión en la agrupación de Catral, ya que me temo que si continuamos con él después de ocho largos años, haremos buena la frase que decía la abuela de Juan Carlos Monedero: «Cuando un tonto coge un camino el camino se acaba y el tonto sigue». Su camino como dirigente del PSOE en Catral, por fortuna, se acabó. Dejemos que otros retomen el camino y como militante haga lo que crea conveniente, faltaría más, lo que no podrá evitar es ser prisionera de sus actos y sus palabras y ocho años dan para mucho.