Ha sobrevivido a temporales de levante y a la vorágine de un turismo residencial poco respetuoso con lo que iba encontrando a su paso. Su nombre conduce a uno de los lugares más concurridos de la ciudad, confluencia de sus tres principales paseos, el de Juan Aparicio, el del dique de Levante, el de la Libertad. O el de las Rocas, el del Puerto y el de los Hippies, si se prefiere su referencia más conocida y popular. Es punto de encuentro de parejas, de pandillas, de personas, lugar para el descanso, para mirar el mar.

Iniciativa

Este monumento que ahora resultaría poco correcto políticamente al excluir del homenaje a las mujeres de la mar, que también las hubo y las hay, se inauguraba oficialmente un 18 de mayo de 1975.

Francisco Sala Aniorte, cronista oficial de Torrevieja, explica la génesis de un proyecto cuya idea había surgido tres años antes y tomado forma oficial en una «Junta Pro-Monumento», presidida por Álvaro Rodríguez García y en la confección de las bases que debían regir el concurso de bocetos que tendría carácter nacional. Las propuestas deberían presentar una base escalonada, de dos o tres peldaños, y sobre ella descansaría un pilar cuadrado, donde en cada una de sus caras se representaría un Tema del Mar en referencia a la Marina de Guerra, la Mercante, la de Pesca y la Deportiva. Y coronando el pilar, una sola figura que debería ser «Un Hombre del Mar».

Cuarenta años de Hombre del Mar

Y esta es en esencia la descripción de la obra que resultó ganadora, realizada por los artistas catalanes Josep Ricart i Maymir y Manel Batlle, para la que el Ayuntamiento, continúa explicando Sala Aniorte, destinó el solar de lo que había sido casa del faro, en la unión de la avenida de la Libertad y el paseo de Juan Aparicio, junto a donde se alzó una atalaya defensiva construida a principios del siglo XIX y hoy es sitio de terrazas de restaurantes y cafeterías.

El antebrazo y la mano mantenedora de la composición, dice el cronista, llegaron el 4 de octubre del 74 a bordo de un camión de «Pescados Retaco», toda una institución local en la venta y distribución de pescado.

El 6 de febrero de 1975, llegó el resto de la escultura que debía de coronar el «Monumento al Marino», y las cuatro placas simbólicas de las marinas mercante, pesquera, deportiva y de guerra, realizadas por Batlle. Sólo una vez más se movería este señor enfundado en sombrero de agua desde aquel 18 de mayo.

Las obras de remodelación del popular Paseo de Las Rocas en el 2000 lo acercó unos metros más al mar. Y ahí sigue, dando sombra a los gatos y sentido a Torrevieja.