La palabra «trincar» cuenta con varias acepciones. El lector puede quedarse con cualquiera de ellas. Entre las gentes de Torrevieja se utiliza, en términos marineros a la hora de definir, lo seguro, fuerte y sujeto que está el amarre de una persona, institución u objeto.

Por lo leído y oído estos últimos días he llegado a una conclusión: La pregonada fe ciega de las huestes del PP local de perpetuarse al frente del Ayuntamiento, no debió ser compartida por los empresarios con intereses económicos en la ciudad.

Ante la desconfianza en la continuidad de los populares en la casa consistorial, el empresariado «azocó», es decir apretó bien los nudos y ligaduras para lograr dejar fuertemente atados y bien atados todos los asuntos que pudieron.

Ahora resulta que los componentes de la junta directiva de la asociación del destartalado polígono industrial Casagrande (parque industrial insisten en llamarlo), pese a sus reconocidos esfuerzos de los por mejorar su imagen y sus servicios -han logrado algunas cosas-, se enteran por la prensa (como cualquier vecino) de dos proyectos muy avanzados y en fase de culminación a instalar en sendas parcelas de la única superficie industrial de Torrevieja. Ni más ni menos que el de un tanatorio y una planta de transferencia de basuras. Dos actividades largamente gestionadas por su promotores, de las que no se había dicho ni pio hasta ahora, y por supuesto ni consultadas a nadie. En el mejor de los casos, las varias reuniones mantenidas entre autoridades municipales y responsables del polígono tendentes a solucionar problemas en unas instalaciones que han ido configurándose a trompicones pueden haber dado algún fruto, aunque es incuestionable la tomadura de pelo sufrida por los industriales.

Resulta curioso, por no decir que puede inducir a la sospecha, que la vía libre para edificar el tanatorio fuese aprobada con el anterior equipo de gobierno en funciones, sólo una semana antes de tener que abandonar el cargo.

No voy a entrar en tema de la idoneidad de mezclar tanatorio, planta de transferencia de basuras, discotecas, futuro emplazamiento del mercadillo semanal de los viernes, y otro tipo de comercios.

Cada vela a aguantar su palo. Quienes en política municipal no pintan nada, por ahora, andan últimamente sobreocupados en recolocarse para seguir viviendo del erario público. En estas circunstancias es muy meritorio oirlos pontificar sobre la trasparencia, con la boca llena, como si estuvieran comiendo polvorones navideños. Cualquier día de estos en uno de sus numerosos descuidos se van a atragantar. En la reciente historia del Ayuntamiento, me refiero a los últimos 25 años, nunca se habían conocido los acuerdos de la Junta de Gobierno. Se debía esperar a la redacción y publicación de las actas de las reuniones, a veces meses y luego esperar si algún grupo de la oposición tenía ganas de trabajar para destriparlas. Actualmente la oposición tiene conocimiento de ellos en directo pues cuentan con un representante en este organismo. Mientras tanto en la calle, gentes de a pie, que a lo mejor ni les va ni les viene. opinan sobre lo que oyen. Afirman que antes de hablar de transparencia deberían esconderse bajo la cama.

P.D.: Ya sabemos de muchos años que Torrevieja siempre debe ser lo más de lo mejor. Por eso, y para estar a la altura de de Bilbao, Donostia o Barcelona, el viernes montamos, unos y otros, nuestra singular y ridícula guerra de las banderitas.